Javier de la Calle.
En los colegios españoles preLOGSE se enseñaba que los seres humanos «nacen, se reproducen y mueren». Del baile a las discotecas, de la vecina de pupitre a la compañera de trabajo, «el ligue» en España deparaba en una tasa de natalidad sostenible para el reemplazo generacional sin necesidad de recurrir a la inmigración.
Con el uso 24 horas de Internet el mundo ha cambiado por culpa de las aplicaciones de citas. ¿Qué miran continuamente chicos y chicas con tanta avidez en su móvil? Probablemente se trate de Tinder. Match ya no suena a partido de tenis, hasta el extremo de que algunos usuarios pagan por tener la versión premium de la aplicación.
Tinder ha destrozado las relaciones hombre-mujer en España. De esta aplicación ha surgido otras variantes, incluidas uno de los secretos mejores guardados de la alta sociedad, una red de citas a la que solo se accede por invitación en la que abundan futbolistas, artistas e influencers.
Google debería categorizar Tinder como un mercado de segundo mano. Los usuarios examinan los perfiles como el que compra un coche y mira el cuentakilómetros. A la edad se suman otros datos. Si el cromo interesa, corazoncito. Como si fuese un niño con los antiguos catálogos de juguetes en Navidad. En cuestión de minutos, decenas de cuerpos desfilan por la pantalla.
Si hay «match», el chat es el lugar idóneo para ampliar el curriculum, en el que suele exigirse el puesto laboral. Poderoso caballero es don dinero. Si la cita tiene visos de concretarse, es el momento de enviar a ese desconocido fotos de las partes íntimas.
¡Y al lío! Cita física y sexo. Los hay que buscan una nueva oportunidad con otras personas que acumulan fracasos sentimentales. La estadística suele ganar el pulso a Cupido, hijos mediante.
Las derivadas de este paroxismo de ingeniería social han aumentado las posibilidades de encontrar ligue/pareja más allá de los lugares que se transitan en el día a día. ¡Hola, soy Vilfredo Pareto y no quiero ni una noche loca! El principio de Pareto es la ley que rige Tinder, para perjuicio de los varones: el 80% de las mujeres se acuestan con el 20% de los hombres.
Desde su posición dominante, las mujeres se ven en capacidad de exigir hasta la desesperación. Los hombres pierden la virilidad cuales gusanos en el fango. Llamaban metrosexualidad a la pérdida de identidad. Los machos son especies en peligro de extinción en un mercado de usar y tirar. Si la relación sobrevive a la puesta del Sol, el varón queda obligado a responder instantáneamente al WhatsApp. De unos primeros días de descarga de dopamina en cada mensaje, el control orwelliano deriva en enfados que esconden la necesidad de llamar la atención mientras se evalúan otros pretendientes.
Si hay suerte y la cita se concreta, el varón ya sabe que debe pagar el peaje de una invitación cual pagafantas, si desea avanzar al siguiente nivel. La prostitución es más digna, pues al menos tiene tarifas. Todo puede quedarse en un roce tonto que devenga en una denuncia por violación. Ya saben que ahora se pasa al baño a hablar de Neruda, como le ocurrió a Dani Alves. Si usted es español, dé por seguro que su rostro aparece en las primeras páginas, al contrario de que si es un «jovenlandés», por lo que tendrá carta blanca para violar en grupo.
La testosterona se dispara, y la doña puede solicitarle la pertinente razón de cocaína para que la aventura sea premium. El consumo de droga al consumar el acto se ha normalizado en las clases altas, antes llamadas medias. El espejo de familias desestructuradas se acuesta al otro lado de la cama. Y así llegamos a un grupo de mujeres con muchas aventuras que cae con su envejecimiento.
En la época de las redes sociales, las mujeres se encierran en sus grupos de amigas para comparar sus pretendientes virtuales como el que colecciona cromos. Por el camino, algún curso de estudios en el extranjero sufraga con una beca para probar Tinder allende los mares. Las hay que comparan a sus ligues como quien habla de la carta un restaurante. El Gobierno prohíbe los anuncios de tabaco pero permite la emisión en horario infantil de publicidad de Tinder. Para qué prevenir las enfermedades sexuales, disparadas desde la aparición de las aplicaciones de citas. Irene Montero se llevó por delante las páginas con anuncios de prostitutas, las cuales trabajan más que ella. Los partidos progresistas intentan defender que son mujeres explotadas, lo cual se reduce a un pequeño porcentaje, cuando lo que realmente las empuja es la inmigración descontrolada. En el Don Ángelo debieron hacer mal el estudio de campo.
Las mujeres españoles no dominan el mundo como los Austrias. Misteriosos viajes que cuestan miles de euros son compartidos en redes. Detrás de ellos se encuentra el pago de algún «daddy». También los hay con personas del mismo sexo, como el conocido de Daniel Sancho. Los homosexuales tienen sus propias aplicaciones, en las que se apropian de descampados para combinar drogas y sexo.
Si los inmigrantes son el motor de la tasa de natalidad, su rol es repartido. Mujeres de otro países forman parejas con varones entrados en año que entierran sus ahorros. En una sociedad enferma, entre las mujeres abunda la hibristofilia, una parafilia de la que se benefician especialmente los inmigrantes.
Ya se sabe, hay mucha competencia desleal a la prostitución, eso es Tinder.