Jvier de la Calle.
Las elecciones catalanas depararon una sensación contradictoria. Que un tipo tan siniestro como Salvador Illa sea el candidato más votado habla de la enfermedad que carcome a la población. La llegada de Aliança Catalana con dos diputados ofrece un mínimo de esperanza para lidiar con los problemas reales, más allá de la palabrería barata.
Silvia Orriols se quedó a 3.053 papeletas en Barcelona dos escaños por la circunscripción electoral. La ley electoral obliga a alcanzar un 3% de votos, que manipula las elecciones en favor de los partidos mayoritarios. La farsa democrática tiene reglas propias, según convengan.
Aliança Catalana debe reclamar que se revise una a una cada acta, además del voto exterior, porque puede estar en condiciones de ganar esos dos escaños. El recuento se realizó con Inteligencia Artificial, un invento que de momento falla más que una escopeta de feria, pero siempre a favor del globalismo. Indra no es fiable; es especialista en fraudes electorales chavistas.
Con una campaña a través de las redes sociales, Orriols ha conseguido expandir su mensaje más allá de Ripoll. Durante la jornada electoral, Aliança Catalana vetó el acceso a su local a los periodistas que tan críticos se muestran con la formación de Orriols, por contra, el resto de partidos ofrecía completos caterings a los reporteros.