Enrique de Diego.
Tengo in mente la magnífica sentencia de la Catedrático María Jsé Martínez Albarracín, de que la pandemia ha sido mediática. Todo el coro de ranas y sapos se pusieron a croar al unísono. En este mundo desquiciado que se ha salido de sus goznes los mal llamados periodistas son meras marionetas dedicados a aventar mentiras y propagandas y en el guiñol letal, movidos por la simple codicia, siempre hay que volver al maestro Quevedo con su dondindinero, cumplen su función de marionetas las celebritys, que se presentan como modelos y a los que la masa aborregada les sigue como ídolos de pies de barro y cabeza de chorlito.

Las celebritys -ver la investigación que he lleva a cabo en mi libro «Letizia, satánica y adúltera» (Amazon) sobre el satanismo de las satanoélites- a menudo son deportistas otrora de élite y hoy en franca decadencia como Rafa Nadal o son el antiguo y poco digno oficio de verduleras cotillas como Belén Esteban, la «princesa del pueblo», hechuras de la telemierda. A este tipo de gente les siguen con espítiu acrítico las masas orteguianas y mucho me temo que en tdo, porque el vulgo adora el trunfo y los triunfadores, aunque sea resaltable su bajeza moral, como es el caso de estas dos escombreras de infraser.
No se buscan ejemplos, sino modelos. Por eso, el genocidio satanario del coronavirus y las timo vacunas tuvieron un papel estelar estas celebridades que animaron a todos a timo vacunarse, desde la ignorancia mostrenca y culpable, como es el caso de Rafa Nadal y Belén Esteban, empeñados en llamar a ese mantra de la solidardad, sin más requistio que su propia codicia. Uno pensaría que la gente tiene dinero para tener criterio. Y entiende que José María Ruiz Mateos se le maltrató y se le exprpió porque nunca hubiera transigido con la timo vacunación de sus trabajadores. Pues no. Para ser libres y ejemplares de conducta. Nada de eso. Está agarrados por sus partes pudendas, se deben, caso de Rafa Nadal, a sus mentores, como el tarado genocida de Bill Gates, y a sus patrocinadores, que son todos globalistas, se mueven en esas turbias y satánicas aguas. Tienen sus contratos de imagen y nada nos indica que el hoy disccapacitado Rafa Nadal, tras caer en la trampa de su amigacho, prolongue su lamentable carrrera, obligado por sus compromisos globalistas publicitarios.
Lo mismo cabe decir de la garbancera Belén Esteban, una pseudo moralista de la timo vacunación universal, que vería correr en peligro su podredumbre de ejercicio de la profesión de verdulera cotilla, viviendo de haber sido un tiempo la barragana de Jesulín de Ubrique, que tirándole la féminas sus prendas íntimas podía haber elegido mejor. Además Belén Esteban ha sacado con su imagen ciertos productos alimenticios, con lo que no puede permitirse que tiemble su puesto en la caja para tontos. He unido a estas dos carnes con ojos, a estos dos analfabetos funcionales vacunólatras, por la declaración de Belén Esteban: «Invitaría a cenar a Rafa Nadal; empecé a ver tenis por él y lloré cuando se despidió de Madrid». ¡Vaya dos engendros humanos!
La cuestión es que estos infraseres son seguidos por multitudes de infraseres, lo peor de la especie, con intermediarios chusqueros como el youtuber Javi Oliveira, émulo de tres al cuarto de la tele basura de «Sálvame», que indica que lo que él hace es basura, con lo cual sus suscriptores son come mierdas. Igualmente vacunólatra y pequeño agente Smith. Pero esta morralla es materia de otro costal, para una carta en exclusiva. Una carta de game over.