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Coplas de Felpudo, el Cornudo, y Letizia Satinizia, la adúltera (y 3)

Redacción




Ay, mi amor, me protege tu pashmina

Y me pone y me calienta la vagina,

Con tu pashmina, estoy más caliente que una olla en la cocina.

Hicieron planes los amantes de dejar de ser ella princesa,

Irse a vivir a la gran manzana de Nueva York

(allí podía hace estragos al por mayor)

Y tener otro hijo por maternidad subrogada,

Que es no poco misterio el porqué de esta guarrada.

Pero luego dio en pensar, la mujer del quesero ¿qué será?

Y la mujer del Felpudo ¿Qué será?

“no podemos volver a vernos”, le dijo al tercero.

Y se marchó con viento fresco el sobrero

Y no hubo fuga romántica a Nueva York,

Que por el interés te quiero Andrés, dijo a Felpudo.

Y con Telma, para echar más morbo, el quesero se casó,

De modo que la monumental cornamenta de Felpudo

se la puso su cuñado; todo queda en casa, apañado.

Satinizia  se compró libros satánicos, desbocada,

Dio el premio princesa de Asturias a la bruja más horrenda

Y apostó por las élites que a satán alaban,

Se apuntó a promocionar la timo vacunación y toda la agenda

Incluida la burda patraña del cambio climático,

Y el Felpudo hizo lo mismo, y poniéndose enigmático,

Se sumó, el cornudo, a la veinte treinta.

Entonces Jaime Peñainfiel sacó el bombazo

De la pasión escondida con del Burgo en El Latigazo.

Por menos, Enrique VIII le cortó la cabeza a Ana Bolena,

por poner en duda la paternidad de las nenas.

Pero, como hemos avanzado, Cornudo a la adúltera ha perdonado.

Desde aquí le recomiendo que busque a Leonor profesión,

Que ya está bien vivir del cuento, que se acabó lo de Borbón.