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Exquisita novedad editorial: Segovia viva, de Enrique de Diego

Redacción




Luis Bru.

Con abundante maestría para el relato histórico, Enrique de Diego ha compuesto en «Segovia viva», un buen y ameno libro, sin duda, una serie de escenas históricas que componen una sinfonía que recrea ante nuestros ojos y toma vida la Segovia que fue casi un imperio, con prácticamente toda la provincia de Madrid, la transierra, con Chinchón y Navalcarnero, una Segovia de frontera, con ese bellísimo primer capítulo de «Sepúlveda, Milenio», apasionado homenaje al gran Garci Fernández, el de las bellas manos, segundo Conde de Castilla, en su batallar constante contra Almanzor, y aquellos hombres de frontera que fueron los caballeros pardos de Sepúlveda, peleando en el espolón de Castilla.

El libro es una auténtica guía de una Segovia desconocida para el turista madrileño que se siente absorto por el Acueducto, el Alcázar y la Catedral. Enrique de Diego, buen conocedor de su ciudad y de su tierra, se recrea en el Monasterio de El Parral, que le sirve para encomiar el papel histórico de la españolísima Orden Jerónima, y el Palacio del Campillo, hoy Convento de San Antonio el Real, en donde se para en la exquisitez de Enrique IV y en los avatares y pasiones inquisitoriales del franciscano fray Alonso de Espina, claro precedente del dominico fray Tmás de Torquemada, prior del convento segoviano de Santa Cruz. La corte de Enrique IV con sus enredos es otra de las escenas deslumbrantes que gira en tono a Alonso de Fonseca, señor de Coca, a la que convirtió en un jirón de Italia con sus espléndido sepulcro en mármol de Carrara.

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En el siglo XV y dos primeras décadas del siglo XVI todo debate intelectual gira en torno a la industrial y febril Segovia. El que dio lugar a la Santa Inquisición y del erasmismo español que tiene en la saga de los Coronel una representación de lujo, como la Medicina tiene en Andrés Laguna una cumbre del naturismo con su Dioscórides. El gran Dr. Laguna que es autor de una de las cumbres de nuestra literatura con «Viaje a Turquía» y Enrique de Diego postula a Pablo Coronel, secretario de Cisneros y secretario de la magna aventura intelectual de la Biblia Políglota, como autor, para el que no le faltan títulos ni méritos, de «El Lazarillo de Tormes». En esa Segovia, llena de creatividad e inquietudes intelectuales, que introdujo el gran invento de la imprenta con el «Sinodal» de Aguilafuente.

Especial interés tiene el capítulo dedicado a las Conquistadores segovianos, con Diego Velázquez de Cuéllar, conquistador de Cuba, y organizador de la conquista de México, con Juan de Grijalba y Pánfilo de Narváez. Maravillosamente recrea las levas voluntarias ante la sed de aventuras que llevó a esos hombres de tierra adentro a conquistar océanos. También a Pedarias Dávila, conquistador y fundador de Panamá, Honduras y Costa Rica, y a Rodrigo de Contreras, de Nicaragua, nación en la que todo un distrito lleva el nombre de Nueva Segovia.

Todas la escenas culminan en los Comuneros que cuenta Enrique de Diego a través de los ojos de María Coronel, la segunda esposa de Juan Bravo, en un atardecida en la localidad de Bernardos; pasión que se agostó por la falta de u ejército profesional y las dudas de una reina que quiso ser antes madre.

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El libro se cierra con un enjundioso ensayo sobre la guerra de las Comunidades y la Ley Perpetua, auténtica Constitución de Castilla, que por su pulsión democrática queda como un ideal por el que luchar en estos tiempos oscuros.

El libro se puede adquirir en Amazon y en la plataforma lulu.com.