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Mi respuesta a la carta de Enrique de Diego sobre la abstención activa

Redacción




Ignacio Fernández Candela. Escritor.

Apreciado e insigne Enrique:
Siendo tú sobresaliente escritor y columnista del histórico Periodismo español, me privilegia y recibo con la misma diligencia patriótica que imprimes a tu obra ¡No votes!, la carta como Editor justo cuando finalizo la redacción de mi  artículo: «Begoña Gerpe: influencers patrióticos, un mal necesario». La mentada me bloqueó en Facebook después de mandarle un lacónico mensaje alabando su discurso contra el desgobierno sanchista, hablando expresamente de la ejecución protocolaria de mi padre y de mi suegro. ¿En qué país de locos vivimos que hasta los potenciales aliados menosprecian a los damnificados de una brutal tragedia? Más normalizado es el político que miente siendo aliado de sí mismo. Comprendo tu hartazgo con la clase política multicromática que se presta a confusión como a la falta de esperanza de millones de ciudadanos. Mi hartazgo es extensivo a la España cobarde e insensible de estos últimos años.
Debido a la extensión de tu carta abierta y la densidad de su fondo conceptual, trataré de responder a tu sugerencia sobre la abstención activa, de comprender tus convicciones de rebelión frente al sistema caduco y las sistémicas debilidades de nuestra sobrepasada Constitución. Y cuando digo sobrepasada es porque se ha comprobado que no existía un mecanismo de autodefensa constitucional, una vez traspasadas las líneas de la moralidad y la conciencia, como ha practicado sin escrúpulos Pedro Sánchez. España no estaba preparada para soportar el juego sucio que asalta, echando el resto de lo iniciado por el inicuo Zapatero, las reglas del juego democrático. Pero si España es un infierno hay que distinguir a los demonios respecto a los que coyunturalmente huelen a azufre sin responsabilidad directa sobre los males que nos condenan a un futuro incierto, no solo en lo sociopolítico y económico, sino también por los rabiosos coletazos de la «plandemia» cuya «timovacunación» denuncias como tenaz adalid,  advirtiendo del engrosamiento repentino de las tasas de mortalidad. La «repentinitis» es un hecho comprobable en la estadística científica, así como la planificación al descubierto de una manipulación genocida donde, quien más quien menos, ha sufrido la influencia del sofisma y , sin saberlo, ha colaborado en la instrumentación totalitaria de una reducción artificiosa de la población creyendo las mentiras criminales de la OMS.
En su momento publiqué en Rambla Libre el artículo intitulado «Steegman, el infiltrado de VOX», quien como especialista de salud contagió los postulados plandémicos cuando todo era un totum revolutum de desinformación y confusiones con la preponderancia de dictámenes con origen en la Unión Europea. VOX actuaba de buena fe, lo cual desmarca la intención de la del socialcomunismo especulando con la muerte para sacar rédito político del dolor, como decía el hijo de terrorista Pablo Iglesias. Solo el tiempo ha demostrado que el arma letal proveniente de China implicaba directrices de ingeniería social más allá de la alarma médica.  Pasados unos años y con la distensión de la emergencia social, todavía reverbera el ambiente lúgubre de muerte que plagó de ataúdes las calles; entre ellos los de mi padre y mi suegro, sin llegar a comprender el alcance del engaño financiado que provocó el virus letal y las prohibiciones para investigar lejos del oficialismo criminal, subyugando a los responsables sanitarios.
Ese ralo oscurantismo que provocó una matanza al día de hoy encubierta, lo respiramos todos.  Lo que cuenta es la intención que hay detrás de las acciones. Isabel Díaz Ayuso en conformidad con las informaciones sobre el coronavirus y a pesar de las confusiones, quiso ayudar con la creación del Zendal, incluso aunque desconociera que muchos de los tratados conllevaban en la enfermedad los efectos secundarios de las vacunas. Entonces, ¿quién podía saber la verdad cuando el mundo entero estaba obligado a pasar por el aro del contubernio con raíces en el Nuevo Orden Mundial?
La presidenta de la Comunidad de Madrid ha evolucionado, desde que formara parte del permeable progresismo de las Nuevas Generaciones, hasta tener voz propia. Si Díaz Ayuso quiso brindar garantías en la crisis sanitaria, asimismo, VOX supone una garantía de resistencia contra el golpismo de Sánchez y de no ser por su existencia estaríamos a merced del yugo socialcomunista, Europa mediante.
Si nos encontramos en este pulso donde VOX ejerce principal función opositora con un tibio PP ausente, desligado de la realidad que acucia a los ciudadanos, es gracias a iniciativas que germinaron para confrontar con la deriva totalitaria del felón monclovita. Con la evolución de los acontecimientos también se ha percibido la capacidad de adaptación con giros taxativos en el momento de tratar las problemáticas. La propia Díaz Ayuso se enfrenta al sector progresista del PP,  al igual que Cayetana Álvarez de Toledo, toda vez que el partido de Feijóo parece estar compuesto por submarinos socialistas, empezando por él mismo. Su tibieza es especulativa cuando, ante el asalto directo al CGPJ, atentando por coacción contra los vocales conservadores, no mueve ficha para plantear una moción de censura que podría aplazar la estafa de la imposición legislativa hasta marzo. Por eso VOX, a falta de escribirse nuevos capítulos de este libro sobre la destrucción de España, es protagonista por méritos propios para pretender influir con voluntad política en su salvación. En lontananza la rebelión de las masas, la abstención activa, de acuerdo amigo mío, pero antes deberían haberse visto las calles cuajadas de indignación cuando la España llamada al voto dormita en peligrosa complacencia…¿No irá a votar esa misma España aletargada y conformista que no se manifiesta en indignación, así vea los destrozos presentes y los que están por venir?¿Cómo movilizar funcionalmente a un colectivo entregado y rendido a la hecatombe para que demuestre la disconformidad con la abstención, supongo que como antesala a una desobediencia civil? Tal es el punto de ebullición que Sánchez ha deparado buscando un golpe de Estado institucional.
Se puede explicar con la incongruencia de las actitudes el devenir de esta España que nunca fue sustancialmente democrática, querido Enrique. Me hablas de la invalidez del sistema cuando considero que somos el sistema mismo y no por lo que constituye un engaño como el voto que los políticos usan para luego justificar el incumplimiento de promesas en campaña-así de kafkiana es la posibilidad de engañar sin punición al electorado-, sino por la aquiescencia, la masoquista complacencia para conformarnos con un sadismo legislativo que ha afianzado el mal como costumbre sin resistencia. Somos el sistema por la carencia de reacciones para frenar sus abusos. Ciego, nuestro país no es capaz de ver a los responsables de los perjuicios  demonizando sin reflexión a víctimas como José María Ruiz-Mateos, verbigracia, que  siendo exculpado de toda imputación por el expolio de Rumasa, tuvo que defenderse singular y perseverantemente de la corrupción generalizada de un país que condena a sus más valiosos batalladores. Aludo a Ruiz-Mateos por tu expresa mención como conocedor que fui, en primera línea de portavoz público, de las injusticias y traiciones que padeció hasta el fin de sus días, siendo exonerado por la UDEF de responsabilidades añadidas por el drama de los Pagarés de Nueva Rumasa. Descansa en Paz, aunque los mismos que lo demonizaron no adviertan que él fue la primera víctima antes que ellos mismos. Cuánta soberbia estulticia de ciegos que no quieren ver.
Agradezco tus condolencias y palabras por mi padre, asesinado junto a mi suegro por Sánchez e Iglesias, tal y como relaté con un capítulo epistolar que publiqué en Rambla Libre. Consta de 25 artículos que conforman una cronología de la masiva destrucción que sufrimos con el beneplácito callado de quienes deberían defendernos de tanta canallada. Pero, amigo mío, España es insensible a sus propios sufrimientos mientras no le concierne. Quiero decir que los españoles son egoístas y solo tiran del carro conjunto si la individualidad les compensa. Es la triste e inadmisible realidad que chirría ante el patriotismo meramente virtual de la conveniencia. Esa, no otra debilidad, es la que ha facilitado tantos destrozos sin resistencia. Y paulatinamente se ahonda la puñalada por la desidia de intervenir en defensa de millones de damnificados por la traición de Pedro Sánchez y sus cómplices que nos llevan a inciertos derroteros de confrontación. La insurrección cívica será un día la única alternativa posible, pero quizá estemos adelantando el capítulo de un libro por escribir. Cabe interrogarse sobre la finalidad del voto y la consecuencia de que se decante por quienes, con intención de cambiar la deriva sanchista, no puedan por arreciar los ataques contra el mismo régimen de libertades, amenazado como la propia Constitución. Hay un mal o bien necesario que no convence, pero peor es el perjuicio de quienes gobiernan por especulación tabernaria dispuestos a perpetuarse en el poder.
A propósito de esas ínfulas totalitarias, el sanchismo es más taimado y se rodea de traidores con similares características para infringir la ley aprovechando sus debilidades, pero la detención de Pedro Castillo en Perú da cuenta de la dignidad de una nación que podría ser ejemplo para la carestía de responsabilidad democrática que contempla una rebelión institucional en España, cuando no una desobediencia civil con el prolegómeno de la abstención colectiva renunciando a la elección de representantes.¿Beneficia una abstención masiva a efectos de funcionalidad?
Habría que analizar  mi admirado amigo y preciado contendiente epistolar, las alternativas para salvar una situación extrema, incluso la intervención de la Corona, que te impele a defender la abstención activa; deberíamos preguntar si merece la pena una continuidad de estas precarias condiciones de salubridad democrática, pésimas cuando es una falacia la prevalencia de la soberanía popular. Preguntarse si es lícito sacudirse el yugo de las leyes que no cumplen los políticos y condicionar la resistencia a la extinción de los privilegios inmerecidos de una minoría aborrecida por el conjunto social, el sistema mismo que posibilita nuestros perjuicios. Cuestionar el papel representativo de quienes parecen estar ausentes ante las necesidades reales de los ciudadanos y plantearse si está en manos de esos ciudadanos influir sobre el poder  para anular las consecuencias del desapego entre los políticos y quienes los eligen, supuestamente, en las urnas. La abstención activa es una solución si pudiéramos presumir de una verdadera conciencia democrática, pero los acontecimientos actuales nos aconsejan aprendizaje, incluso por las bravas, con la esperanza perdida si España, la verdadera, no rompe con esta indolencia e insensibilidad que puede condenarla a repetir la Historia.