Luis Bru.
Estamos en una guerra y la ganaremos si atacamos a las líneas de aprovisionamiento del enemigo globalista. Ellos dependen de nosotros, Tienen un gravísimo problema porque necesitan manipularnos como consumidores: precisan matarnos al tiempo que consumimos sus asquerosos productos. Nunca se ha intentado un genocidio tan absurdo. Debemos ejercer nuestra soberanía como consumidores, siendo constantes en los boicots. ¡Ni un euro a los malditos globalistas y a su ponzoña!
Hay que hundir a Burger King, Disney y Netflix, y a cualquiera otra empresa globalista, pero esos tres buques insignia deben centrar el objetivo de los patriotas purasangre. Burger King es la escoria elegida por el enemigo público número uno de la Humanidad, el tarado Bill Gates para imponer la comida a base de insectos y se ha tenido que tragar la imitación vegana a la hamburguesa.
Disney, en cuyos parque es frecuente que desaparezcan niños y no vuelvan a aparecer, dado el fervor pedófilo de sus directivos y personal, es una empresa satánico dedicada a destruir a las familias y a sus hijos.
Hispanidad viene recogiendo informaciones sobre los intentos de adoctrinamiento a niños por parte del lobby LGTBI, por medio de contenidos audiovisuales, siguiendo los postulados del Nuevo Orden Mundial (NOM) que se resumen principalmente en ideología de género en vena (lesbianismo, homosexualismo, transexualismo, libre elección de género) y ateísmo (mucho panteísmo y nada de Dios).
Por ejemplo, lo hizo Netflix, que —entre otros contenidos— incluyó un beso lésbico en la serie de dibujos animados Jurassic World: Campamento Cretácico.
Disney también ha abrazado la ideología de género que defiende el lobby LGTBI y ya ha sacado varios contenidos para niños con esa temática: como una superhéroe mujer, pro-LGTB y discapacitada, o el beso lésbico en la película ‘Lightyear’; o últimamente, la serie satánica de dibujos animados en la serie Pequeño Demonio, en teoría para adultos, que se emite en la cadena de televisión FX.
Asimismo, Warner Bros Discovery también ha respaldado la obsesión del lobby LGTBI por adoctrinar a los niños en ideología de género, con una escena sobre una relación lésbica adolescente en DC Liga de Supermascotas.
Se trata de un diabólico proceso de ingeniería social con el que se trata de extinguir a las sociedades occidentales.