La primera vuelta no ha deparado sorpresas. Francia sigue votando izquierda-derecha y no globalismo-patriotismo. Ganador ha sido Emmanuel Macron con el 27,40% de los votos y 9.107.013, seguido de Marine Le Pen con el 24% y 7.978.303; en tercer lugar, Melenchon, con 7.178.492, y el 21,60%; en cuarto lugar, Erick Zemmour, con el 6,97% y 2.317.649. Hundimiento de dos partidos tradicionales como el PSF, que presentaba a la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, que obtiene sólo el 1,74% y los gaullistas de Valerie Pécresse con el 4,75%.
El globalista Macron no entusiasma. La guerra de Ucrania ha variado los temas de la campaña, centrada en la energía y mucha emotividad con el pueblo ucraniano. Las políticas en torno a la pandemia, con el recorte de libertades y el genocidio no ha encontrado lugar, tema tabú. Macron ha agradecido en la noche electoral a Hidalgo, Pécresse, Jadot y Roussel que le apoyen de cara al día 24. « Invito a todos sus votantes a unirse a nosotros y sé que muchos lo harán no por mí proyecto sino para parar a la extrema derecha. Es nuestro deber». Un Macron con único objetivo: parar la extrema derecha. También Melenchon, votado por los emigrantes, como Macron, ha pedido a sus electores no votar a Marine Le Pen.
La segunda vuelta se presenta mal para Marine Le Pen que tendrá que romper ese principio de todos contra ella. Cuenta con los votos de un Zemmour que ha abierto el debate sobre el ser de Francia y los peligros de la diversidad. Marine Le Pen ha declarado en la noche electoral que para el 25 de abril «mi ambición es unir a los franceses y hacer de Francia un país que se reconecte con la grandeza». Un mensaje gaullista que se desvanece.