Enrique de Diego.
En el paisaje mesetario que tan magistralmente supo describir Miguel Delibes, hay muchos disputados votos del Señor Cayo, muchos pueblos medio en ruinas, en los que ha hecho presa el abandono. Romualdo no ha oído hablar de la agenda 2030, con la que se ha fotografiado el candidato del PP, Alfonso Fernández Mañueco, ni conoce sus peligros, pero sí conoce al ministro Alberto Garzón y lo sitúa como un peligro. No votará a Podemos, nunca le ha votado, como la inmensa mayoría de los castellanoleoneses que, previsiblemente, van a situar a ese partido en el yermo del extra parlamentarismo.
Y, sin embargo, el verdadero peligro para la ganadería castellano leonesa, y para el campo es Mañueco. Le digo a Romualdo que hay un señor en Estados Unidos que ha decidido que todos debemos comer «carne sintética» y Mañueco está completamente en esa línea, y esboza una sonrisa: donde estén un buen lechazo de Sepúlveda, un cochinillo de Segovia, una ternera de Ávila, un chorizo de Cantimpalos o de León que se quite «esa porquería».
Sin embargo, en mi tierra castellana, que ahora recorro, pocos son los que saben qué cosa es o en qué consiste la agenda 2030, sólo se entiende la osadía de Mañueco presentando unos Presupuestos acordes con esa agenda, que trata de hacer esclavos a los castellanos, históricamente tan celosos de su libertad y hoy tan somnolientos. Y, sin embargo, los grandes peligros para Castilla son la agenda 2030 y su lacayo Mañueco.