Enrique de Diego.
En nuestro mundo, supuestamente ilustrado, la verdad, como búsqueda humilde, y la ciencia, como racional uso del método prueba-error, han claudicado, han sido sustituidos por la falacia, la mentira y a lomos de ellos avanza el genocidio y el totalitarismo. Quienes desde la disidencia ética se empeñan en denunciar que se está inyectando masivamente la proteína Spike son denigrados, penalizados, perseguidos con la peor de las censuras, ocultados sobre los cascotes de mentiras al peso de los llamados «verificadores» cuyas mentiras al peso no aguantan el más liviano escrutinio ni, por supuesto, el paso de los días.

Las televisiones cumplen su papel de terror. Ahora están de los nervios llamando idiotas a los que se timo vacunan. Los medios exageran la nota, como un tal Xosé Carlos Carniero, quien desde La Voz de la inmundicia, de Galicia, subido al nuevo totalitarismo, haciendo méritos de garrulo desearía tener capacidad para legislar la estupidez, que debe ser la suya, clamorosa, y partiendo de premisas falsas llena a conclusiones abracadabrantes, que no explican hechos tan llamativos como el coronavirus se extiende por las cárceles -121 confinados en la alicantina de Fontcalent, con todos timo vacunados- pero el besugo está dispuesto a coger la porra de las SS porque, acabada la verdad y la ciencia, ahora toca ajustas cuentas con la libertad, pues la libertad no puede estar por encima de salud y la salud no tiene otra solución que las timo vacunas, contra la verdad, contra la ciencia más elemental, pero el cabestro quiere inocularnos sea como sea esta inyección de bioterrorismo, que ha definido el gran doctor Peter McCullough. Hay muchos que opositan al puesto de Dr. Menghele o a una colocación de sargento chusquero de las SS.
Aquí, estamos frente a esta corrientes de mentiras, defendiendo la razón, la ciencia y la libertad. La razón que nos hace humanos, la ciencia que nos permite conocer y la libertad sin la cual ni tan siquiera somos hombres. Venceremos, Están cada vez más nerviosos.