Enrique de Diego.
Los eligen de jovencitos como Pedro Sánchez que fue observador por el National Democratic Institute, una organización financiada por George Soros, y dirigida por Madeleine Albright, con la que fue observador de las elecciones en Marruecos (2011) y Jordania (2013).
Juegan a todas las barajas. Este año fue declarado Pablo Casado por el Foro de Davos «joven líder mundial», como «voz de la nueva generación». Los elegidos, una cincuentena, formarán parte, como es tradicional en el Foro de Davos, de un programa de trabajo que les pone en común para que trabajen en nuevos modelos de innovación. «Al ofrecer oportunidades y experiencias para transformar su comprensión de las posibilidades que presenta la Cuarta Revolución Industrial, estamos invirtiendo en ellos para un futuro en el que todos podamos prosperar», asegura Mariah Levin, responsable del Foro de Young Global Leaders. Ya fueron elegidos José María Aznar, o el año pasado Albert Rivera. A veces la apuesta sale mal, como en el caso de Albert, que pujó demasiado fuerte, investido por los amos del mundo.

Aquí vemos a George Soros, en 2003, con un joven Erdogan. Turquía ha sido financiada con ocho millones de euros por la Unión Europea.

Pueden permitirse poner de presidente de los Estados Unidos a un demente como Joe Biden, al que se le permiten sus asquerosos vicios. No llega al poder nadie que se enfrenta a ellos porque controlan los medios de comunicación.

El político es gastador y el pueblo se lo exige. Eso aumenta la deuda pública. En España y en Argentina, donde Cristina Fernández de Kirchner, que ha sido presidenta de Argentina desde 20o7 a 2015 y ahora es senadora. Hija de inmigrantes, su padre compró un colectivo, después de vivir de una cooperativa agropecuaria. Lleva toda la vida viviendo de la política. Su sumisión a los poderes globalistas le permite vivir así,

A veces, el político es un reconocido corrupto, con deuda pública. Y se le permiten sus corrupciones. La izquierda subvencionada organiza protestas si el político no se pliega. Hoy Sebastián Piñera no se sabe si es de derechas o de izquierdas, es intercambiable.

El caso de Luis Abinader, presidente de la República Dominicana, es paradigmático. Ha prometido fidelidad plena a la ONU. Se le permite mentir, prometió el cambio y no ha hecho nada para cambiar. Aumenta la deuda pública sin medida y a cambio compra a las farmacéuticas y ha llevado a su pueblo a la locura de la timo vacunación obligatoria, el genocidio obligatorio.
Los ejemplos son múltiples de la mezcla de corrupción personal consentida y deuda pública, el más sangrante Benjamín Netanyahu. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional mandan y ellos obedecen sin rechistar. Christine Lagarde puede permitirse decir “los ancianos viven demasiado y eso es un riesgo para la economía global” y Bill Gates (al que Pedro Sánchez ha regalado 125 millones del Presupuesto) soñar en público reducir la población mundial entre un 10 y un 15% con las timo vacunas, que los medios de comunicación edulcoran y los verificadores afirman que es un bulo. Las deudas públicas se pagan con sangre, con genocidio. Estamos en manos de psicópatas y es un imperativo ético ineludible rebelarse.