Luis Bru.
La serie turca de Antena 3 roza los 2.3 millones de espectadores con el estreno de su tercera temporada y amplía la ventaja con su inmediato rival, ‘El precio justo’, que cede 2.3 puntos y cerca de 300.000 seguidores con respecto a su estreno el pasado lunes. Una cifra similar a la que retrocede ‘The Dancer’, que entra en zona peligrosa al perder el doble dígito de share y reunir a apenas 1.1 millones de televidentes en su segunda semana en La 1. El martes volvió a liderar el share con el 16,3.

Ya hay un subgénero de éxito: serie turca. Son mucho mejor que las españolas: hay vida, se refleja con crudeza, hay abuelos, padres y madres, abuelos y niños, algo que falta en la españolas empeñadas en emponzoñar el mundo y transformarlo a peor. Ha muerto Hatice Sarikadi en accidente y llevamos tres capítulos de gran realismo, con los sentimientos a flor de piel, saltándose las lágrimas, como en una tragedia griega de seres normales. Tres magníficos capítulos. Arif, que conducía el coche, tiene un complejo de culpa que necesita autocastigo. Sirin, la mala, tiene arrebatos de arrepentimiento y una dependencia de la madre inconsolable. Enver, el marido, brilla con luz propia por su profundo sentimiento. Gloriosa la escena en que se pregunta porqué tenemos que amar a las personas para que luego se mueran. Es ficción pero es real. Todo el mundo se ve un poco retratado en experiencias reales. Magnífica la escena de Sirin y Enver deambulando por las calles sin atreverse a entrar en la casa en la que todo le recuerda a Hatice.

Sin aspavientos, sin perder la compostura, todos los actores están a un altísimo nivel, sin otro decorado que las calles de Estambul, con un vestuario que apenas cambia, sin afectación, con ritmo narrativo, buena música, estos tres capítulos en Antena 3 han sido televisión de la buena, teatro del mejor; en suma, tres capítulos de gran emotividad, con un guion espléndido.