Enrique de Diego.
El 20 de abril 2020, Guillermo Fernández Vara, sorprendiste a propios y extraños, con la siguiente declaración: «Esta crisis se llevará por delante a toda la clase política española». Un raro gesto de sinceridad en tu casta, donde es fundamental transmitir la perennidad de la nueva aristocracia, investida de la legitimidad de las urnas como detentadora de la democracia y por ende todo el que se opone a ella es tildado de antidemócrata. Presa del pánico, ocultado bajo la voz monocorde que es la norma de esta clase política, que nunca dice nada, para mantener una falsa moderación, pedías unidad de los partidos políticos, porque se jugaban mucho, los privilegios, familias enteras, 450.000 políticos y sus cortes, empezando por este gobierno de coalición gigantesco, apelmazados en torno a la mesa del Consejo de Ministros, en el que ya resulta difícil saberse los nombres, pues hay tantos y tan mediocres.
Pues bien, tú profecía se está cumpliendo esencialmente ante nuestros ojos. Estallan los conflictos contra la restricciones en los cuatro puntos cardinales de la geografía patria. Cierto, que son antifas, «menas», que no pintan nada aquí, en España, separatistas radicales, todos encapuchados,. Pero son el detonante de la revuelta ciudadana en ciernes, de la eclosión social liberadora de los espíritus timoratos y de los estómagos vacíos, al grito sanador: «No nos representan». Lo importante del tiempo presente es que no se ve a la Policía lacaya controlando la situación, permitiendo saqueos. La Policía tendrá que decir si está con el pueblo, para servirle y proteger, o está con la clase política, para reprimirle. Estamos en los primeros compases y Policía Nacional y Guardia Civil cumplen su abyecta misión de defender a los poderosos con sus ofensivos privilegios.
Dice el chula puta Pedro Sánchez que tales desmanes y conflictos son «intolerables». Pero intolerable es que haya 450.000 políticos y sus cortes dedicados a expoliar, hasta los tuétanos, al desprotegido ciudadano; intolerable es que existas tú, presidente de Extremadura, y otros dieciséis caciques, con sus Parlamentos que sirven para hiperinflacionar de legislación, y diecisiete defensores del pueblo que no defienden nada y diecisiete consejos de Estado o consultivos y todos chupando del bote y de la mamandurria. Intolerable es el sistema que os habéis montado con la Justicia hecha una cochambre, prostituida, dedicada a proteger a los corruptos. Intolerable es que la corrupción esté institucionalizada y represente, según Eurostat, el 8% del PIB. Intolerables son unos medios de comunicación comprados, dedicados a mentir y manipular. Todo el sistema en sí es intolerable, es confiscatorio, ejerce una violencia institucional, toda la clase política es un circo en el que cada uno ocupa su papel y su lugar, para engañar al pueblo, para entretenerle, para no piense y se degrade. Vosotros tenéis el sueldo asegurado y coméis en buenos restaurantes, no hay ERTE de políticos.
Toda la clase política va a ser arrollada por el curso de la Historia, porque ella sí es intolerable, ella sí ejerce una violencia descomunal, al lado de la cual los execrables saqueos son juego de niños. Toda la clase política va desaparecer y a disolverse como un azucarillo, no sin antes haber pagados por todos sus latrocinios. No hay que tener miedo la violencia en el tiempo presente, hay que tener más miedo al silencio de los corderos llevados al sacrificio voluntariamente, a la servidumbre voluntaria, a unas urnas de donde sale la mentira, se votan una listas de diputados que no nos representan; estómagos agradecidos, aduladores de su cúpulocracia, liberados para la corrupción. La violencia engendra violencia y vosotros habéis violentado demasiado.
Esta vez no os salva nadie. Habéis infringido un sufrimiento inhumano a los españoles. Y os lo va a hacer pagar, hasta conseguir su libertad colectiva en una República Constitucional, que os ajustará las cuentas.