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Carta al ultramacarra Pablo Iglesias: Todos los políticos sois iguales, pero tú eres más igual

Redacción




Enrique de Diego.

Macarra de ceñido pantalón, tatuado y suburbial, que canta Pulgarcito, Dios lo tenga en su gloria; ultramacarra Pablo Iglesias, el del moño, marqués de Galapagar, como atinadamente te llama el pueblo llano soberano, con tu proyecto de familia, la barragana marquesa de Galapagar, Irene Montero, que siempre anda de los nervios, que se van las pcoas ideas que tiene, heteropatriarcado, machismo y brecha salarial, y esa sarta de gilipolleces que valen igual para un roto que para un descosido. Pero si el pueblo utiliza la ironía, de que lo consideras ofensivo; tú consideras ofensivo todo lo demás y te consideras con impunidad para ofender, en eso eres monárquico.

Si no tienes media leche, si hay por ahí videos de intervenciones tuyas con la dialéctica marxista, revindicando la «justicia revolucionaria», y pegar de leches a la gente, cuando el que ha recibido eres tú, que te cardó en la Facultad de Derecho Kiko Méndez Monasterio, que es un tirillas, cuando era fascista de verdad, y te dio un somanta de palos, que hay sentencia. Que para esconderte de tus súbditos, y para protegerte de media de ancianos patriotas, te gastas tres millones de euros anuales en seguridad y tienes, tú y Marlaska, bien calentito en los restaurantes de Chueca que no es Teherán, de donde cobras, y con los homosexuales, allí son maricones, y hacen cosas muy feas, como colgarles de una grúa, tenéis muertos de fríos a los del Cuerpo Nacional de Policía.

Que no te has comido un colín, hasta que te has montado un serrallo con cargo al Presupuesto; la última colocada, la asesora que no de que asesora tan jovencita, Lilit Verstrynge. Que eres un parásito, que nunca has hecho nada productivo, ni has generado un euro de riqueza, que amas tanto a los pobres, que los creas por millones, haragán, politólogo, ¿quién necesita un politólogo de urgencia? Nadie, Un fontanero, un electricista, un cerrajero, para disuadir a los ocupas a los que tú alientas, soplagaitas, charamita, sí, pero a ellos hay que hundirlos, freírlos a impuestos, para que tú seas marqués de Galapagar, pro poco tiempo, que te huele el moño a pólvora, con aquel que dice, o a mierda, a caspa. Que tú, y el Monedero que no tiene media Neurona, engañasteis a todo el mundo, apuntándote la casta, que es concepto mío, y repitiendo el no nos representan, y cada vez nos representáis menos, y tú, tramposete, menos que nadie, para colocaros y retornar a donde siempre, al comunismo de mierda, mil veces fracasado, versión caótica y de pasta flora.

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Que cada vez representas menos, que no te va a votar nadie, que estás muy sobrevalorado, que te puede hasta Eduardo Inda, que te crecen los enanos, que si hubiera una Justicia independiente seguro que acababas en la trena, y aún así, es muy probable, y estás rilao, porque te va a ir todo mal en la vida, porque se te va a torcer todo, porque has hecho mucho daño a la gente, a la buena gente, hasta que se le inflan los mismísimos, y se va a volver contra ti. No te arriendo la ganancia de tanta mentira.

Porque todos los políticos sois iguales, como tratan de negar los podemitas, vivís del cuento y de crear problemas, y ahora habéis creado uno morrocotudo, como ese día de la infamia que queda grabado en los anales, el 8 de marzo. Y dices y presumes de la subida del salario mínimo, que no cobra nadie, porque habéis elevado el paro a las nubes, al infinito y más allá. el ingreso mínimo vital, que es un embrollo burocrático, ley de cambio climático y transición ecológica. y vamos a contar mentiras y venga colocar amiguetes, la ley de igualdad retributiva, que vais a retribuir pobreza, miseria y hambre a ellas y ellos, y la ley de libertad sexual «solo sí es sí», una tontería con para llevar grabadora al catre. Esto pasa por no conocer como se genera riqueza, y no haber salido en la vida de esa mierda de facultad, que generáis pobreza, miseria y hambre, y este último te pasará factura. Todos los políticos sois iguales, sí, vivís del Presupuesto y no representáis nadie, aunque como dice el cerdo Napoleón, en Rebelión en la granja, de George Orwell, hay unos más iguales que otros. Tú eres de los cerdos que son más iguales.