Javier de la Calle.
Uno de los latiguillos más recurrentes de los opinadores sobre la moción de censura ha sido el tema del suicidio, Para unos se habría suicidado, caso de Losantos, Pablo Casado y para otros, Santiago Abascal. En el fondo, se han suicidado todos. Esa es la realidad. La encuesta de 20minutos considera que la moción de censura ha cambiado el panorama, estableciendo una tendencia favorables a las tres formaciones de centro, centroderecha y derecha, y marcando un fuerte deterioro para las dos formaciones coaligadas en el Gobierno, PSOE y Podemos. Pero al tiempo el 46,3% considera que la moción de censura ha sido negativa para España. Es decir, no ha sido, por tanto, la moción de censura, sino la nefasta gestión de la pandemia que ha practicado el Gobierno y que va dejar España como un erial, desde que negó los riesgos del coronavirus, hasta que practicó el aquelarres feminista del 8 de marzo, hasta que dejó indefenso al personal sanitario, pasando por prácticas propias de un tiranía como el confinamiento, pasando por un estado de alarma que se pretenden cuasi permanente ue es una directa agresión al sector de la hostelería y el ocio nocturno, claves en nuestro país.
Lógico, pues, que el PSOE y Podemos desciendan; lo que es ilógico es que todavía haya quien, en su sano juicio, esté decidido a votarles. Nunca un Gobierno ha practicado tan sistemáticamente la destrucción de la riqueza nacional y haya contribuido tan poderosamente y tan certeramente a la ruina de los españoles. Pero todo en sistema el que lastra al pueblo español, son 450.000 políticos, de todos los partidos, los que arruinan a los españoles, son las autonomías las que no pueden sostenerse, es la ociosa monarquía con su corte de políticos corruptos la que hunde a España. Las encuestas tienen un punto de falsedad: queda mucho para que haya elecciones, el ambiente se va crispando y no es descartable una revuelta popular.
Por eso, hemos asistido al espectáculo del suicidio colectivo de todos los políticos, de todo el sistema del Estado de Partidos, quien no lo vea es que ha perdido -quizás porque le conviene o porque está directamente implicado- la capacidad de juicio.