Luis Bru.
José María Gay de Liébana cumple a la perfección de payaso de la tele en el terreno económico. Agita sus manitas, sonríe mucho y no dice nada. Hace su función en Trece, televisión que es la vez demasiado próxima al PP y pretende ser descomprometida. Gay de Liébana parece querer decir algo sensato pero evacúa un chiste que no hace gracia. Da una cal y dos de arena, y al final no se sabe lo que ha dicho. Con el romo Antonio Jiménez de alumno, la ceremonia de la confusión está servida. Gay de Liébana sonríe. ¿Qué le hace tanta gracia de la situación actual? ¿Que falte gente para poner la crucecita y la Conferencia Episcopal tenga que negociar a la baja, con una importante quita? ¿Que Trece tenga que cerrar porque no se puede pagar a los sacerdotes?