Editorial.
Evidentemente, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez quiere hacerlo bien, con prudencia, después de haber entrado en pánico. No ha tenido a su disposición tests y mascarillas. Luego tiene su equipo de asesores, un Comité Científico o Técnico. Las televisiones ejercen una función corruptora, porque siendo la voz de su amo le dan la razón. La gente, sin embargo, tiene la convicción de improvisación y caos, en las diferentes fases, marcadas por el mando único. Lo tuvo cuando hubo que rectificar la salida de los niños al supermercado y lo hay en esta ocasión ante la prohibición de visitar a amigos y familiares, o como ha dicho el diputado Rufian, no se puede visitar a tu madre pero sí quedar con ella en la terraza de un bar. Luego están las limitaciones puestas a los bares y restaurantes del 30% que no hace rentable abrirlos y hay que completar esa medida con los ERTE, que obliga a contar con todo el personal, abocando a la ruina. En el deporte, también grandes contradicciones.
En efecto, el presidente del Gobierno hace el ridículo de manera objetiva. Demuestra no tener ni idea de los mecanismos de generar riqueza y aunque sea doloroso no tiene ni idea del mundo de la empresa o de los autónomos, no tiene experiencia. Acierta Pablo Casado cuando afirma esa sensación de ridículo y su temor a que lleve al ridículo a la oposición. También, en efecto, la oposición está haciendo el ridículo y está siendo cómplice al votar sistemáticamente las prorrogas del confinamiento. Sí avala esta nueva prorroga, Pablo Casado estará haciendo el más glorioso ridículo, Una cosa es ser un estadista y otra ser un chisgarabis. Máxime cuando el presidente del Gobierno no encuentra momento para llamar a Casado y comentarle las medidas que piensa adoptar. Eso sucede cuando mientras llueven las críticas, y se califica a Pedro Sánchez de mentiroso e ineficaz, después se le avala con el voto.
El coronavirus es un problema de Madrid y Barcelona, de las residencias de ancianos, y la España vaciada y las zonas de costa están libres o casi libres del virus. Aislense las residencias de ancianos, tengase especial cuidado con ellas, cuidese a nuestros mayores. Pero nos estamos jugando la ruina y la miseria de toda una sociedad con un desconfinamiento inmediato. Cada día que pasa va más gente al paro, se hacen inviables un número mayor de empresas, se hacen realidad los peores vaticinios. Y el pueblo va a ser consciente de que la responsabilidad recae sobre el Gobierno y el PP, que hará el más espantoso ridículo si vota a favor del Gobierno para ampliar quince días más de prórroga.