
Luis Bru
El felipismo ni ha muerto, ni se ha ido. Manda en el cortijo socialista como guardián de los intereses y los privilegios de la vieja guardia; el mantenimiento incólume del sistema de casta.
Felipe González parece ya hecho con los restos de carroña que se encuentran entre los dientes de los caimanes muy viejos. Cada uno de los pasos de los críticos, de los barones, han sido dados después de intervenciones públicas de González y su misma dirección.
Desde Rambla Libre lo describimos y lo denunciamos antes de las elecciones generales del 26 J. Se iba hacia un tongo, con cartas marcadas, y cierto aroma de borboneo, que pasaba porque Felipe González mantuviera al PSOE en la lógica acomodaticia de los privilegios de la casta, con la “consiguiente” impunidad para la corrupción.
Que Pedro Sánchez haya osado engañar al capo ha sido el detonante para el golpe de mano antidemocrático con el que se pretende descabalgar a un secretario general elegido por las bases.
El felipismo no es el pasado, es el presente y pretende ser el futuro del PSOE.