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El fracaso de la clase política

Redacción




Editorial.

La clase política no ha estado, ni está, ni estará a la altura de las circunstancias. El confinamiento se mantiene merced al concurso del PP, en una actitud hostil a los ciudadanos, a los que se priva de derechos, no sólo a la libre circulación, sino el derecho al trabajo, a abrir sus comercios, que son fuente de vida, mientras se les arruina. Estamos en un estado de excepción fraudulentamente vendido como un Estado de alarma, con la complicidad culpable de la leal oposición del PP. Los españoles están sometidos a un proceso de ingeniería social propio de una dictadura, equivalente al confinamiento de la tiranía china, en la que la calle ha sido tomada por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y por las Fuerzas Armadas, y al Gobierno y a parte de la oposición le gusta este estado de cosas, mientras el país va la bancarrota en niveles inimiganibles hace tres meses. Cada día que pasa en el confinamiento la ruina es mayor.

Una clase política que ha hecho de la política su oficio, en la que el presidente del Gobierno era ya presidente las Juventudes del PSOE y el presidente del PP, presidente de Nuevas Generaciones de Madrid, que nunca han pagado una nómina, que no saben los mecanismos de la generación de riqueza, que no sirve para nada, en la que reina la inoperancia y la incompetencia, en la que una chiquilicatre ha sido cajera de un supermercado llega ministra y un profesorucho de la Facultad de Políticas, que no debería existir, llega a vicepresidente, mantienen a toda la sociedad confinada, por una pandemia localizada en Madrid y Cataluña, poniendo en riesgo nuestro sector turístico, cuando en Canarias o en amplias zonas de la Comunidad Valenciana o Murcia o Andalucía no hay contagios en los últimos quince días, ningún contagio. No tiene sentido alguno, salvo el tic autoritario del presidente del Gobierno y de la nefanda leal oposición, mantener el confinamiento y no iniciar la «desescalada», palabro que indica el evidente tono totaliatario de la medida y que utiliza una jerga oscura.

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Los españoles sin representación política no tienen a su diputado para reclamarle, para quejarse, para solicitarle cambios en el confinamiento, tiene que aguantarse con representantes de los partidos, que no de los ciudadanos. No hay ninguna representación, ni territorial. El fracaso de la clase política es completo y general. Cuando se haga la historia de estos días se verá en que estaba enredada la clase política, en cuestiones feministas como la ley de libertades sexuales, en cuotas de poder entre PSOE y Podemos, en animar a asistir a las concentraciones del 8 M, a las que fueron, en el maldito consenso, también el PP y Ciudadanos, esa escoria. Se necesita un cambio de modelo, recuperar la soberanía nacional.

Una clase política que avanza a paso plantígrado detrás de la pandemia, que ha desprotegido al personal sanitario, a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, a Correos, a las funerarias, que ha sido reiteradamente timadas por los chinos con tests inservibles, que ha permitido externalizar la producción, que no ha sido capaz de hacer un estudio epidemológico de la población, que ahora se promete de forma aleatoria para sólo 60.000 españoles, y cuyos resultados estarán dentro de dos semanas.

Ni un día más del 9 de mayo debe estar la población confinada, sin derechos y libertades. En todo caso, mántengase medidas de aislamiento hacia la residencias de ancianos; en todo caso, extrémese las medidas de seguridad  en Madrid y Barcelona. Pero dejense las otras zonas libres, antes que se arruinen del todo, de que el descalabro sea completo, el hundimiento sea total. E alcalde de Madrid ya ha dicho que su preocupación ya no es el teme económico, sino el «problema social», hogares enteros que nunca se había pensado que estuvieran en dificultades en la cola del paro y de la beneficencia. No son descartables desórdenes y saqueos. Ante el panorama desolador previsible, el alcalde pidió ayuda, porque seguramente será desbordado, como los servicios de empleo y los ERTE. ¿Y nadie levanta la voz? Sólo Vox vota en contra a las continuas prórrogas que pide el Gobierno; el PP cae la supina contradicción de hacer discursos el inútil de Pablo Casadp hablando de la inoperancia y la ineficacia del Gobierno para luego votar afirmativamente a todos sus dislates.

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La clase política ha entrado en descrédito absoluto. Mantener el confinamiento sólo lo agravará. Quizás ha llegado el momento de un cambio radical.