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Carta a Carmen Calvo: «Les va en ello la vida», ¡cuánta razón llevabas!

Redacción




Enrique de Diego.

Carmen Calvo, o Calva, según el lenguaje inclusivo o inclusiva que habéis acuñado. Sobre tu conciencia -si es que la tienes- pesa el haber respondido a la pregunta de por qué una mujer tenía que ir a las manifestaciones del 8 de marzo «les va en ello la vida». Maldita irresponsable, ¡cuánta razón llevabas! Cuando ya estaba el coronavirus entre nosotros produciendo estragos, sales con esa incitación a un festorro, a una orgía para el virus, con todos esos besuqueos y esos abrazos. La oposición, que no existe, ha decidido, no sabemos porqué, aparcar para luego, para más tarde, las responsabilidades, porque la tuya es descomunal. Estabas muy mona luciendo palmito con tu gorrita de chulapo o chulapa -otra vez el estúpido lenguaje inclusivo o inclusiva- mientras el virus se daba un festín descomunal entre todas las que les iba la vida y la muerte. Pero no se nos va a olvidar, tú responsabilidad, que ya desde aquí te exijo.

Entre las infectadas están la ministra de Igualdad, Irene Montero, la cajera, histérica, coreando eso de «preferimos que nos mate el coronavirus antes que el machismo», y sola y borrachuza llegó a casa, pero con una infección de caballo, la ministra de Política Territorial, Carolina Darias, y Begoña Gómez, la esposa del presidente, que no sabe proteger a su mujer y dice que quiere protegernos a todos. Esas tres que se sepa. No sé qué habrá pasado con Victoria Rossell, a la que se ve sin guardar la distancia de seguridad. Ni de las mujeres anónimas que llegaron sanas y se fueron con el virus dentro del cuerpo, porque no entiende de ideologías, como habéis repetido, como si hubierais descubierto la pólvora. «Les va en ello la vida», queda como sentencia del máximo de irresponsabilidad y del máximo de responsabilidad, ten vergüenza y dimite. Dimite, ya.

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Te vas a llevar por delante una nación, su economía, vas a ayudar poderosamente a hundirnos en la miseria, pero, claro, con tu filosofía que expresaste en memorable ocasión de que «el dinero público no es de nadie» puedes despilfarrar por un principio pseudoreligioso, porque en esa ha devenido eso que llamáis el feminismo, y que un sustituto de la religión y la última tabla de salvación para un socialismo que ya ha muerto; o la última tabla del naufragio. Una religión laica llena de mentiras como la brecha salarial, en la que asumís todo el dolor histórico de la mujer y os hacéis su portavoz y su vengadora, sin tener en cuenta que la gran aventura de la humanidad es la colaboración y cooperación de hombres y mujeres, codo con codo, luchando para salir adelante, hasta que llegaste tú, y otros como tú, con sus delirios organizando una guerra de sexos, vestal del feminismo estúpido. Porque tú lo ves todo «con perspectiva de género». Idiota.

Y como habéis creado una pseudoreligión laica y nueva, pensabais que eráis superiores al virus, inmunes, que lo podías vencer, que podías ir en rebaño o en piara, como la garrula y mostrenca Cristina Almeida porque «el virus del machismo mata más que el coronavirus», otra mentira, la del heteropatriarcado, que es marxismo de detritus y de bolsillo, y os habéis llevado la sorpresa de que no sois superiores, en todo caso, inferiores, o iguales, que sois, eres, unas irresponsables, jugando al corro de las patatas con el virus. «Les va en ello la vida». Les va en ello la muerte, mejor. Dimite si tienes vergüenza.