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Doble Maribel Verdú

Redacción




Fernando Alonso Barahona. Crítico de cine.

No te da la sensación de que esta es una sociedad en la que estamos solos y que, de repente, necesitamos sentirnos acompañados por gente que desconocemos? La necesidad de que te reafirmen, que te digan lo guapa que estás, de gente que no conoces.

MARIBEL VERDU 

El doble más quince es una película dirigida por Mikel Rueda con Maribel Verdú, Germán Alcarazu, Mario Plágaro. La influencia del escenario de Lolita pero ahora con mujer mayor y chico joven es evidente, aunque el desarrolle sea muy distinto. Aquí las redes sociales y los chats son el cebo para el encuentro entre dos almas solitarias que tienen tan solo 24 horas. Recordamos a Stefen Zweig ( 24 horas en la vida de una mujer )  y ese tiempo reducido en el que la vida ordinaria queda entre paréntesis para vivir un avatar extraordinario.

Una mujer de cincuenta años que parece ya lo ha hecho todo en la vida: un marido, dos hijos, quizás un perro y una casa bonita y con jardín. Pero… ¿eso es todo? El resto de la vida va a ser así. ¿Qué ha quedado de los sueños, de los deseos?

Un adolescente de poco más de quince años. Toda la vida por delante, todo el tiempo del mundo para casarse, tener hijos, puede que un gato y, hasta vivir en una buena casa. 

Pero la duda corroe su existencia. ¿Cómo elegir entre las diversas trayectorias cuando aún no ha empezado en serio?  Ellos son Ana y Eric. Los dos están perdidos. No saben que hacer con sus vidas, Un día contactan a través de un sex-chat.

¿Qué pasaría si esa mujer de casi cincuenta y ese chico de apenas dieciesis se conocen por internet y quedan para tener un encuentro sexual? Esta es la premisa de la película El doble más quince.

El guión presenta un par de flash back para describir a los dos protagonistas. El es un joven inseguro, sensible y tímido; ella, una profesional y madre que no está satisfecha con su vida mediocre. 

Los dos deciden verse en persona, pasarán unas horas juntas, las únicas en sus vidas. Serán horas, minutos de conocimiento, acercamiento y tal vez de sinceridad. Sus mundos son ajenos, diferentes, no dejarán huella salvo en el recuerdo prohibido de aquella jornada. 

Van a vivir una realidad, se van a tocar con piel y no solo en la pantalla de un ordenador, pero también es un día de ensoñación que desaparecerá tras haberse vivido. Fugaz como un verso, como un beso fugitivo. 

Saben que nunca más van a volverse a ver. Por eso la lágrima final de ella, el mejor momento de la película, el que queda en la memoria, en la de ellos y en la del espectador. Soberbia – como siempre – Maribel Verdú que es el alma de esta película dirigida con buen pulso por Mikel Rueda.