Javier de la Calle.
Los restos mortales de Blanca Fernández Ochoa han sido trasladados en helicóptero, y el juez que ha levantado el cadáver fue en otro. Luego el furgón ha llegado al Anatómico Forense escoltado por cuatro policías nacionales y ¡cuatro geos! Ha sido el más amplio despliegue de búsqueda en la Comunidad de Madrid. La Guardia Civil, Policía Nacional y el Cuerpo de Bomberos -¿dónde estaba el fuego?- no han reparado en medios, que también son gastos. La Guardia Civil estas cosas las borda y pone sobre el tapete todos sus medios: salvamento de alta montaña e incluso los submarinistas. Ya lo vimos en el caso de Gabriel Cruz cuando la Benemérita fue incapaz de buscar en una finca familiar y no situó como sospechosa a Ana Julia a pesar de ser autora presuntamente de una hija en suya en Burgos. Uno de los más colosales ridículos policiales. La Policía Nacional ha puesto en el tablero sus caballos, que visten mucho. Se nos ha informado de que siete drones entraban en acción.
Todo nos habla de desmesura en la búsqueda de Blanca Fernández Ochoa. Uno tiene la sensación de que ha escenificado un reality show a mayor gloria del duopolio, Antena 3-La Sexta, Telecinco-La Cuatro, con policías, guardias civiles de verdad, pero de figurantes; helicópteros, drones…La gente bien intencionada se apunta a un bombardeo, más si hay cámaras de por medio. Ha habido que dejar de contar con voluntarios. En las tertulias, sesudos profesionales de la Policía nos han ilustrado sobre las investigaciones discretas que se llevan a cabo: el ordenador rastreando redes sociales, contactos…Para avanzarnos que habían descubierto que había contactado con casas rurales en Asturias. Desmesura. Reality show en estado puro. Noticias de última hora, caras compungidas en los presentadores, Carmen Chaparro al borde del llanto, becarias en primera línea de fuego, Marlaska luciendo palmito en exteriores. El sistema gusta del espectáculo, ama el espectáculo, con fuertes dosis de emotividad catódica; esta sociedad está acostumbrada a que las emociones nublen la razón, necesita fuertes dosis de moralina: Blanca lo tenía todo, la única española ganadora de una medalla en Juegos de Invierno, paladín del deporte femenino. Siempre conviene escanciar unas buenas dosis de feminismo.
Al final de la tragedia, un suboficial del Servicio Cinecológico de la Guardia Civil que estaba fuera de servicio con su perro, un voluntario por libre, ha encontrado el cuerpo de Blanca en la ladera norte del pico de la Peñota, 1.945 metros de altura, en la frontera de las provincias de Madrid y Segovia. Se nos informa que estaba en una zona boscosa y por eso los drones no la localizaron. Ha ganado el hombre a la máquina, el individuo al espectáculo. Precisamente fue a buscarla donde un testigo afirmó haberla vista el pasado 24 de agosto con vida y a 2 horas de donde se encontraba aparcado su coche, donde nuestros ilustrados policías de la tele decían que se encontraba el punto cero. ¿No hubiera sido mejor empezar por el principio, por donde había dicho el testigo? Once días de desmesura y despilfarro, a cargo del contribuyente.
Rechazado la muerte accidental o violenta, se abre paso el suicidio. Blanca tenía a su lado los psicofármacos que tomaba. Se nos dijo, al principio, que atravesaba problemas económicos y mentales, sin precisar el alcance. El divorcio pudo producir sus efectos devastadores, pero de esto no interesa hablar. Que quería estar sola. Quizás fue a sus parajes preferidos. En algunos países cuando se produce un suicidio en lugares tortuosos se le pasa la factura a la familia; aquí lo lógico es que se pasara a las televisiones. Blanca Fernández Ochoa era una figura poliédrica: la Blancanieves de la infancia, la medallista luchadora de la juventud, pero también el juguete roto de los reality sow televisivos, hasta que ya no interesó, O sí: se acordaron de ella cuando desapareció y entonces todo fue desmesura y share.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska ha intentado justificar lo injutificable aduciendo que la búsqueda se ha hecho «en las mismas condiciones ante cualquier circunstancia y persona». El lector puede interpretar si hubiera sido una persona sin notoriedad si se hubiera actuado de la misma forma.