Enrique de Diego.
Tras ser despedido de Intereconomía, el 13 de diciembre de 2011, a petición de Federico Jiménez Losantos, escribí un libro titulado “Dando caña”, cuya finalidad primordial era avisar a mis compañeros de que iban a ser tratados de la manera más cruel como los nuevos esclavos.
Y eso es lo que sucedió. Julio Ariza puso en práctica el nuevo esclavismo obligando a trabajar sin pagar las nóminas, teniendo que dormir la gente en las calles, perdiendo sus casas, destruyendo sus familias, escenificando una comedia bufa en Intereconomía.
Al tiempo, Julio Ariza se ha dedicado a apoyar a Vox, pero esos dirigentes de Vox que han ido saliendo en El gato al agua lo han hecho con personal esclavo a los que no se ha pagado. El informe inventario del administrador concursal refleja sólo una pequeña parte de las deudas con los trabajadores. A esos dirigentes no les ha importado la suerte de los españoles reales, de cuyo sufrimiento se han aprovechado.
Vox es el partido de Julio Ariza y su praxis no es la liberación sino el esclavismo. Y la praxis es la contrastación de las ideas. Por supuesto, mientras la corrupción se extendía por el PP Julio Ariza chapoteaba en ella organizando el tamayazo y Santiago Abascal estaba colocado en chiringuitos de Esperanza Aguirre cuya única finalidad era mantenerle.
No me creo nada de este fariseísmo patriótico, de esta utilización de la Patria para hacer negocios oscuros y perpetrar presuntos alzamientos de bienes. Todos los empresarios que conozco, empezando por Julio Ariza, quien va cerrando la lista de Barcelona, en la que va de 2 el exconsejero delegado de Intereconomía, Juan José Aizcorbe, al que adeuda 120.000 euros, se han dedicado al neoesclavismo, a poner a todo el mundo en la calle tras inflarse a subvenciones, como Ricardo Garrudo, presidente de Vox de Cantabria, o a no pagar las deudas de su casa como Iván Espinosa de los Monteros o a hacer trampas en la contabilidad como Víctor González Coello de Portugal.
Las ideas las encarnan personas y los que encarnan las propuestas de Vox echan para atrás. Votar a Vox es votar a Julio Ariza, es votar a la falta de representatividad, a la negación de la libertad de expresión y al neoesclavismo.