AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños

Sánchez Dragó, icono de Vox: Apoyó la independencia del País Vasco y abominó en público de ser español

Redacción




Jesús Castro Santamaría.

En los últimos días, el mal llamado intelectual Fernando Sánchez Dragó se ha erigido en uno de los nuevos iconos para los seguidores de Vox. En la Europa y en la España de hoy, no es difícil convertirse en un referente. A fin de cuentas, los ídolos de gran parte de la sociedad se encuentran en los realitys de Telecinco o son aquellos que más «zascas» reparten en Twitter.

Con un cesto de estos mimbres, no debe extrañar a nadie que Sánchez Dragó se convierta, en su senectud, en un ejemplo a seguir para un nada despreciable sector de la sociedad. Como un vulgar tuitero o youtuber, el supuesto filósofo ha vuelto a la palestra tras poner, por decirlo de un modo, en su sitio a cuatro mindundis de La Sexta Noche y por publicar la enésima hagiografía sobre Santiago Abascal disfrazada de alegato sociopolítico.

No hace falta ser un Cicerón para desmontar los argumentos de esa hez intelectual que es la progrez. Prueba de ello es que Fernando Sánchez Dragó tan solo necesitó recordar a los Antonio Maestre de turno que el fascismo es algo propio de los fascistas, esto es, de los seguidores socialistas y nacionalistas de Benito Mussolinni y que Vox, por antisocialista y por patriota, dudosamente puede ser fascista. Esta obviedad de primero de Primaria encumbró a Sánchez Dragó entre el siempre fácil público de la derecha sociológica y dejó desbaratados a los progres que pululan por el plató de La Sexta Noche, lo cual, por cierto, es una buena muestra de que propinar «zascas» en este país es casi gratuito. Y sobre todo si se tiene enfrente a Maestre et alia.

Respecto al nuevo libro de Sánchez Dragó, poco que comentar. Abascal puede ser un buen político pero no es un intelectual. Para más inri, todavía es joven y ha vivido toda la vida de lo público, así que no tiene mucho que contar, a pesar de que Sánchez Dragó haya querido potenciar el contenido de la obra recordando con su título a la España Invertebrada de Ortega y Gasset. Eso sí, incluir los colores de la bandera nacional y poner en grande el nombre del político vasco en la portada es una gran decisión de marketing. Sin duda servirá para que un buen número de incautos se hagan con el libro y lo paseen, cual libro rojo de Mao, por los actos de campaña de Vox para demostrar su devoción y fidelidad por el antigo mantenido de Esperanza Aguirre en particular y de la «derechita cobarde» del PP en general. Derecha, por cierto, que dejó de ser valiente para Abascal en cuanto se le retiró la nómina por no dar un palo al agua en uno de esos onerosos e inútiles chiringuitos autonómicos que han proliferado como setas por toda España.

NO TE LO PIERDAS:   Carta a José Bono: Vas a ir a la cárcel, el primero

Lo más llamativo del asunto es que Sánchez Dragó se reivindica ahora como patriota español. Le ha llevado sus años asumirse como tal, todo hay que decirlo. En el abrevadero nocturno de La Sexta, el hoy -mañana, ¿quién sabe?- neointelectual de cabecera para la «derechita valiente» se soltó la lengua y, así, en plan desenfadado, exigió expulsar de Europa a los musulmanes para evitar que el Viejo Continente se convierta en Eurabia. No negaré que el post-pornógrafo haya dicho una verdad como un templo pero ha llegado muy, muy tarde a esta conclusión y que, por supuesto, no es de su cosecha propia.

Si en vez rebuznar payasadas sobre el fascismo los tertulianos progres de La Sexta hubieran hecho sus deberes, podríann haber preguntado al pseudointelectual vertebrado qué le ha llevado a abrazar repentinamente el patriotismo y la defensa de la identidad hispana. Porque estas cosas no las decía Sánchez Dragó hace no tantos años. De hecho, en una entrevista que le realizó Jesús Quintero, este Cicerón de tres al cuarto aseguró que «lamentaba profundamente haber nacido español» y nos puso, en fraternal agradecimiento, a los españoles de vuelta y media. Para el entrevistado de Quintero, los españoles eran poco menos que una plaga bíblica. Fernando, majo, es verdad que uno no puede modificar su lugar de nacimiento, como si de una losa se tratase, pero la solución era bastante sencilla: si no te gustaban los españoles, haberte largado a, por ejemplo, Cuba a hacer compañía a Willy Toledo. Aquí tampoco te hubieramos en falta en lo personal y mucho menos en lo intelectual.

NO TE LO PIERDAS:   El misterio de porqué Vox no presentó candidatura en Callosa de Segura y un Lexus de ochenta mil euros como razón poderosa

Habrá quien piense que un día malo lo tiene cualquiera y que los comentarios de Sánchez Dragó pudieron deberse a una proyección de alguno de sus irresolutos conflictos psicoeróticos pero no. El hoy patriota valiente coincidió hace algún tiempo en un vuelo con Iñaki Anasagasti, el ex-senador del PNV, tal y como desveló este último en un artículo. Durante el trayecto, Sánchez Dragó le dijo, sin cambiar un ápice el rictus de la cara, que le importaba «un comino» el derecho de autodeterminación del País Vasco o que esta comunidad se convirtiera en un Estado independiente. Todo un patriota el nuevo ídolo de Vox. Además de alopécico acomplejado y abertzale que no tiene ni repajolera idea de la lengua de Aitor -no me refiero Aitor Esteban, prototipo del maketo vasco por excelencia, sino al Aitor inventado por ese trastornado llamado Francisco Navarro Villoslada-, Anasagasti podrá ser muchas otras cosas pero nunca ha sido un mentiroso ni un cobarde, de hecho es uno de los pocos que ha demostrado arrestos para poner en su sitio a la corrupta monarquía borbónica tanto de palabra como por escrito.

No diré que me entristece la vespertina reconversión patriótica de Fernando Sánchez Dragó en la pantalla de La Sexta. España vive unas de sus horas más difíciles y todo apoyo es bienvenido. Si el descubrimiento del patriotismo por parte de Sánchez Dragó es cierto, seré el primero en alegrarme. Pero eso no justifica relajar nuestra alerta y aceptar con los brazos abiertos al primero que se reivindique como patriota, máxime cuando no hace tanto el sujeto en cuestión lloriqueaba quejoso en prime time de su natura y le importaba una especia que una región de España se convirtiera en una suerte de Albania socialista. Como dijo Samuel Johnson, «el patriotismo es el último refugio de los canallas». Espero que Vox no se convierta en la guarida de estos porque nos lo jugamos todo.