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Ni Bernardo Montoya debía estar en la calle, ni Laura Luelmo muerta

Redacción




Editorial.

El historial de Bernardo Montoya es espeluznante y reincidente. Cualquier mente bien formada podía ver previsible que volviera a matar. Por supuesto, las mujeres tienen derecho a salir solas y a correr solas sin riesgo alguno, pero eso son frases hechas si no van acompañadas de medidas. La izquierda se ha dedicado a boicotearlas. Sus llantos y emociones no superan el nivel de las plañideras.

Bernardo Montoya.

Laura Luelmo debería estar, a estas horas, viva. Lo debería estar, por de pronto, la primera víctima de Bernardo, que fue asesinada de manera alevosa cuando estaba a la espera de juicio para eliminar a la testigo. El sistema penal fue incapaz de proteger a una anciana de 82 años, como ha sido incapaz de defender a Laura Luelmo. En muchas naciones, en muchos estados de USA, Bernardo Montoya hubiera sido ejecutado. En España, el PSOE quiere eliminar la prisión permanente revisable, que ni tan siquiera es una cadena perpetua. Lo considera contrario a la dignidad humana.

El PSOE no debería condolerse, más allá de la hipocresía, del asesinato de Laura Luelmo. Ni tan siquiera quiere que su presunto asesino no vuelva a pisar la calle y no vuelva a provocar más sufrimiento. Es preciso destacar que Bernardo Montoya, quien ha confesado el crimen pero que se beneficia aún de la presunción de inocencia, llevaba sólo dos meses fuera de prisión cuando ha cometido el nuevo crimen. No ha habido notoriamente reinserción ninguna. El PSOE no puede pretender imponer la reinserción; la reinserción en cualquier caso tiene que ser un hecho real. Muchos estudios científicos establecen que ni los violadores ni quienes han roto el límite del respeto a la vida humana son reinsertables.

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De hecho, Bernardo Montoya ha seguido perpetrando delitos contra las personas, específicamente contra mujeres, de máxima gravedad. Hemos de suponer que los jueces que han ido estableciendo las correspondientes condenas lo han hecho ajustándose a Derecho, por lo que entendemos que la responsabilidad es del legislador, que ha desarrollado una legislación absurdamente laxa.

Laura Luelmo vio el peligro, al que el sistema la había expuesto. Informó a sus familiares, a su novio, de ese hombre ocioso que se sentaba en la puerta de la casa de enfrente y la miraba de manera sospechosa o amenazante. Ese hombre nunca tuvo que estar allí. Tenía que haber estado en prisión permanente revisable.

Hay todavía muchas incógnitas en el asesinato en sí que deben ser desveladas. Una chapuza de investigación, si se confirma que Laura Luelmo estuvo dos o tres días viva desde su desaparición, como afirma la autopsia. Como indica Periodista Digital, ¿por qué no se investigó a fondo a Montoya?, ¿por qué no se llamó a su puerta para realizar una visión ocular del domicilio que estaba a pocos metros de la casa de la víctima? ¿por qué no se le sometió a seguimiento y vigilancia? ¿por qué no se le interrogó a fondo hasta que posiblemente se derrumbase y confesase el delito? ¿por qué no se pidió a la jueza de Valverde del Camino una orden de registro?

Son interrogantes que ponen los pelos de punta antes de esclarecer si estuvo secuestrada y retenida o la dejó malherida y falleció después. En cualquier caso, evidente que algo falló en las pesquisas porque además del constatado y trágico preaviso de Laura sobre los temores con su vecino, Bernardo Montoya había salido de la cárcel hace dos meses tras cumplir una pena de dos años y 10 meses por robo con violencia. Previamente había estado en la cárcel por el asesinato de una mujer

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El mantra de que no se puede legislar en caliente es un escapismo y una soberana estulticia. Los legisladores deben responder de inmediato a las necesidades y alarmas sociales, a los hechos, cuando estos desbordan los marcos legales establecidos. Es precisamente en caliente, con urgencia, cuando hay que legislar. El PSOE, y a su rebufo la ultraizquierda de Podemos, lo que quieren mantener es una sociedad permisiva en la que las mujeres, como Laura Luelmo, no tienen derecho a correr solas porque los monstruos, como Bernardo Montoya, andan sueltos.