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Jugando al billar: PP más Ciudadanos más PNV

Redacción




Rajoy y Rivera, más adversarios que aliados. /Foto noticiasdenavarra.com.
Rajoy y Rivera, más adversarios que aliados. /Foto noticiasdenavarra.com.

Enrique de Diego

Las personas a las que solicito opinión y consejo sobre los avatares patrios dan por seguro que habrá un Gobierno de PP con Ciudadanos, apoyado por el PNV, aunque sea de manera vergonzante. Esta jugada de billar, auténtica carambola, estaría basada en el mal menor y en que, en oro caso, la partida empezaría de cero.

Un avezado político, curtido en mil batallas, conocedor de la naturaleza humana considera que estamos asistiendo a un teatro en el que, simplemente, hay que acostumbrar a las sociedades a los cambios de cada uno para que la terrible hemeroteca se desdibuje. Porque se han dicho muchas, demasiadas cosas, incluso se estableció un claro veto. Hay mucho riesgo de que la ciudadanía se canse de tanta incoherencia.

Para Albert Rivera, por ejemplo, que insiste en que no formará parte del Gobierno, sentarse en el Consejo de Ministros es un incentivo irresistible. ¿Cuándo iba a pensar el bancario de La Caixa, que, con un pequeño partido en Cataluña, varias veces a punto de desaparecer, se convertiría en una celebridad nacional con todos los medios pendientes de sus mentidos y desmentidos personales? Acceder al Gobierno implica la perspectiva de los dulces disfrutes de prebendas que ofrece la casta: sueldo y privilegios, luego sueldo dos años, más puertas giratorias.

Sólo habría que pasar por una etapa transitoria de regeneracionismo retórico, rebajado por altura de miras y sentido de Estado, como se repite ahora. Cuando Rivera se desmiente, le criticamos; cuando avanza en el regeneracionismo, le alabamos. Nada tenemos contra él, como persona ni como político; depende el juicio de sus acciones.

Es interesante que plantee una Comisión de Investigación sobre la financiación irregular del PP, pero ¿es tan clara la de Ciudadanos como para no merecer otra? Luego está que PP y Ciudadanos más que aliados son adversarios y, de hecho, las seis condiciones de Rivera son una moción de censura preanunciada. PP y Ciudadanos están llamados a debilitarse para sobrevivir. No tienen elementos para ahormar un clima de confianza, más allá de las declaraciones manidas. Sentados juntos en los sillones del Consejo de Ministros hay muchas posibilidades de que cada uno se dé patadas por debajo de la mesa.

Pero la suma de PP y Ciudadanos no da un gobierno estable. Este jaleo para la investidura es poco aritmético.

El alma pragmática del PNV

Así que hace falta el apoyo del PNV. Y eso implicaría esperar al 25S, cuando, a lo mejor, el PNV necesita al PP en el País Vasco, aunque seguramente precisará más el apoyo del PSOE, con el que ya tiene experiencia, como bien sabe Rosa Díez, durante un tiempo lejano la más nacionalista de los socialistas.

Personalmente incrédulo, veo muchos obstáculos en este camino. Ciudadanos es, sensatamente, antinacionalista. Tendría que dar muchas explicaciones o exigirlas y la carambola corre peligro. Supongamos que la naturaleza humana se ha tornado tan cínica como considera mi interlocutor, ¿podría aguantar esa extraña coalición contra natura la presión del secesionismo catalán? Pase que el alma pragmática, muy fuerte, del PNV, cediera en otras cuestiones a cambio de transferencias o eso de la “agenda vasca”, pero si hay que tomar medidas, cuando ya no sea suficiente irse a chivar a un Tribunal Constitucional desprestigiado, el alma nacionalista del PNV ¿no sería un freno?

Ese combinado de PP más CDS más PNV me parece muy complicado, tanto para que tenga lugar como para que pueda mantenerse. Tiene suficientes contradicciones y elementos contra natura para parecer un ejercicio muy arriesgado de funambulismo, que podría explotar en cualquier momento.