Miguel Sempere.
Mansión en Galapagar, custodia de bien de Estado, piso en el barrio de Salamanca de Echenique, declaraciones sobre lo bien que se come en la hambrienta Venezuela de Errejón, seguidismo del ‘vicepresidente’ que no lo es respecto al presidente del Gobierno y al PSOE, negociaciones en las cárceles con los sediciosos, Podemos deambula por el escenario dando trompicones como un borracho. Es una formación que ha perdido el alma y la frescura, mientras aflora por todas partes la hipocresía y la impostura. Resultado: la calle da la espalda a Podemos.
La ocasión la pintaban calva: la escandalosa rectificación del Tribunal Supremo sobre el impuesto de actos jurídicos documentados en las hipotecas y Podemos se ha lanzado a la movilización para conseguir sólo mostrar que ya no es un movimiento popular sino de cuadros. La convocatoria en Madrid sólo contó con 5.000 asistentes, un fracaso si se tiene en cuenta la enjundia del problema. Muchos lazos amarillos a favor de los golpistas entre los asistentes. En Barcelona, los que secundaron la convocatoria no llegaron a 500. Podemos está en descrédito y caída libre.