Enrique de Diego.
La Iglesia, Bergoglio, no es una ONG. La Iglesia es el camino de salvación. Administra los Sacramentos para ir al Cielo, a gozar de la visión beatífica de Dios. La Iglesia no es Cáritas, ni mucho menos una Cáritas que no convierte a nadie, que no salva almas.
Ese el mal en que habéis caído, en mundanizar a la Iglesia, en tratar de hacerla asequible, de acomodarla a los poderes oscuros de este mundo. En medio de tanta confusión, las gentes necesitan claridad de ideas y doctrina segura. Así están las iglesias, medio vacías; con la juventud perdida en la más abyecta degeneración, podridos de cuerpo y alma, sin pastores, con los pastores promoviendo -¡qué locura!- el exterminio de los cristianos, la islamización genocida de Europa. Eso no va a suceder. El tiempo del cambio ya llega.
Pero vosotros, indignos pastores, Bergoglio, Osoro, Cañizares y cía, habéis utilizado la palabra caridad como coartada de la cobardía, os habéis empeñado en disolver el mensaje de Jesucristo en un humanitarismo adornado de preocupaciones sociales, cuando el cristiano debe superar cualquier temor a que su fe contraste con las ideologías o valores que, en un determinado momento, tratan de imponerse. Querer agradar a todos, y siempre, equivale a prepararse para traicionar.
La Iglesia, la jerarquía no puede caer en el modernismo, ese compendio de todas las herejías, con el que se coquetea de continuo, por el que se niega el contenido de la Revelación y la Divinidad de Jesús, para considerar que en cada tiempo hay que acomodar el contenido de la fe y la moral, y que tú, Bergoglio, puedes ser un tirano que, por ejemplo, puede poner en entredicho la indisolubilidad del vínculo matrimonial, por mucho que sea el pecado en este mundo. O deteriorar el sacerdocio en aras de un estúpido feminismo.
No, Europa, no será un continente islámico. No, de Europa no desaparecerá la Cruz.