Virginia Montes.
Austria asumirá la presidencia rotatoria de la Unión Europea en julio. Gobierna una coalición de los conservadores y los identitarios, El canciller es el joven político, Sebastian Kurz, y el vicecanciller, Heinz-Christian Strache, del identitario FPÖ. Acaban de decidir cerrar 7 mezquitas y expulsar a más de 60 imanes. Kurz representa la oscilación de algunos partidos conservadores hacia posiciones de firmeza contra la inmigración ilegal y la defensa de la identidad de las naciones, amenazadas por el multiculturalismo impuesto desde Bruselas.
El ascenso identitario ya no es un accidente. Ha venido para quedarse y crecer. El miedo de Bruselas son las próximas elecciones europeas en las que puede producirse un avance arrollador. Hace dos décadas la llegada al Gobierno de Jorg Haider fue contestada con una escandalera y medidas de aislacionismo. Haider murió en extrañas circunstancias, en un accidente de automóvil nada aclarado.
Aquellos cordones sanitarios hoy no tienen efecto. Se ha intentado con Polonia y Hungría, pero han saltado hechos pedazos. A la ola se ha sumado Italia, la cuarta economía de la Unión Europea, donde Matteo Salvini acaba de obtener una gran victoria impidiendo el paso del barco esclavista Aquarius.
Ángela Merkel ya ha avisado de que las elecciones europeas estarán marcadas por el debate sobre la migración, y los partidos tradicionales, del bipartidismo, tienen todas las de perder. Han perdido la iniciativa y se baten en retirada. Se quiso diabolizar a Víktor Orban, presidente de Hungría, y hoy es una pieza importante de la geopolítica europea, con un amplio respaldo en el centro de Europa y revalidada su posición política en unas elecciones en las que ha obtenido una victoria arrolladora. Eslovenia ha seguido sus pasos.
Los identitarios están presentes en toda la geografía europea. Mejoran las expectativas electorales de los “Verdaderos fineses” o los “Suecos Demócratas”. Geert Wilders no sólo ha avanzado en Holanda, también ha hecho que, para cerrarle el paso, el centroderecha haya oscilado hacia sus posiciones. Marine Le Pen ya ha acariciado El Eliseo, y Alternativa para Alemania, AfD, ha entrado con fuerza en el Bundestag y se dispone a poner en marcha una gran Fundación, para dar la batalla cultural y ganarla, con los fondos públicos destinados a las fundaciones de los partidos.
Los identitarios están de moda. La gente se ha cansado de los efectos perversos demoledores de la corrección política y de las burocracias anestesiantes de los partidos globalistas. El efecto Macron se ha disuelto. Los diques han saltado. El Partido Ley y Justicia de Jarosław Kaczyński en Polonia se ha consolidado, a pesar de la ofensiva de la burocracia de Bruselas.
Los partidos tradicionales esperan con temor las próximas elecciones europeas a celebrar en un año. Actualmente, las fuerzas identitarias se reparten en dos grupos en el Parlamento Europeo. La Eurocámara ha fortalecido las alianzas entre los partidos identitarios y se ha convertido también en su lanzadera. Bruselas teme que el proceso no haya hecho más que empezar y que los identitarios tengan la mayoría absoluta en sólo un año. Por de pronto, el próximo mes de julio Sebastian Kurz, una figura de gran nivel, presidirá la Unión Europea, con un discurso nítido contra la islamización y la inmigración ilegal. Los identitarios se presentan como el futuro arrollador.