Editorial.
No percibimos resortes morales ni energía vital en el Partido Popular para proceder a una regeneración interna. Ni que el Partido Popular dé síntomas de haber aprendido la lección que le ha apartado del poder de manera tan humillante, por un PNV con el que una semana antes había pactado y votado los Presupuestos, con grandes concesiones a los nacionalistas que deben ser revertidas en el Senado y por un PSOE, con 84 diputados, que ha fallado a todos sus principios y ha perdido su identidad.
El PP ha sido desalojado del Gobierno por su manifiesta corrupción, que ese partido ha tratado de paliar, de cara a la opinión pública, a fuerza de argumentarios falaces, uniendo la mentira a la mordida. El PP no ha luchado, de ninguna forma, contra la corrupción, sino que la ha propiciado. Su calvario judicial es mínimo al lado de lo que se merece y del que hubiera padecido con una Justicia independiente.
No hay ningún síntoma de que el Partido Popular vaya a cambiar o pueda cambiar. La demostración es lo que está sucediendo en el Ayuntamiento de Alicante con un equipo de Gobierno surgido de un pacto oscuro con una tránsfuga de Podemos, Nerea Belmonte del triángulo Luis Barcala, Toño Peral y Elsa Martínez.
Ikea es corrupción. Sobre eso no hay ninguna duda. No se trata de un debate sobre el modelo comercial de la ciudad, ni sobre puestos de trabajo, sino directamente de un pelotazo corrupto del mafioso Enrique Ortiz, que es quien ha mandado y manda en el PP de Alicante. Ikea no debe hacerse, no debe salir adelante y mucho menos en Rabassa. Sobre el nauseabundo carácter corrupto de Ikea en Alicante hay cintas telefónicas.
Ikea es la proyección de la corrupción irrestricta de Luis Díaz Alperi y Sonia Castedo, a cuyo equipo perteneció el actual alcalde, Luis Barcala, que era uno de sus hombres de confianza cuando la corrupción era patente y descarada.
Una sociedad puede sobrevivir con uno u otro modelo económico, con uno u otro modelo comercial, pero está llamada a degradarse, enfangarse y arruinarse si chapotea en la corrupción. Alicante lo ha hecho demasiado, demasiado tiempo.
El hecho de que Luis Barcala haya planteado recuperar el proyecto de Ikea indica que el PP es incapaz de cambiar, que ha quedado atrapado en la cueva de Mariano Rajoy y los cuarenta ladrones y que no han aprendido la lección: Barcala, Toño Peral y Elsa Martínez lo único que pretenden es dar un pelotazo al servicio del capo Enrique Ortiz.