Enrique de Diego.
No me gusta nunca que pierda España, pero en Eurovisión los que compiten son televisiones, usurpando la representatividad de los países. Y RTVE ha hecho un completo ridículo. Ya lo hizo presentando a cantantes que no tienen la mínima decencia para respetar a España y los sentimientos de los españoles. El ridículo ha sido total: el puesto 23, con 61 puntos. Una canción insulsa con algún momento melódico y ninguna fuerza ni emotividad en los cantantes, atenazados.
Desde luego Amaia y Alfred no son Romina y Albano, ni de lejos, ni como parodia. Especialmente, Alfred no es Albano. Le gustaría tanto cantar en cualquier idioma que no sea el español que ni se le entiende lo que dice. A lo mejor cantando en otro idioma iría mejor: el español que no lo ensucie este niñato que canta para el cuello de su camisa. No hubo química en la gestual. Ni fuerza, ni ganas de ganar. Amaia, contenida, y Alfred sin voz. Una actuación hundiéndose en el ridículo. Operación fracaso total. Aunque Josep María Mainat se ha llevado los euros de los españoles a los que desprecia porque se desprecia a sí mismo.
Ha ganado Israel con una canción divertida, de andar por casa. Estética de discoteca, mucha posmodernidad y bastante corrección política estomagante. Me hubiera gustado que ganara Estonia, por dignidad y buena música.
Alfred ha hundido a Amaia con sus estulticias y sus regalos cutres de separatista de pastaflora. Y la ha hundido en el escenario como un patético pasmarote. A los dos, pero mucho más a Alfred, les caía grande Eurovisivión. La Academia y RTVE han naufragado. Pero, bueno, más vale honra sin Amaia y Alfred. Hubiera sido insoportable el niñato con sus ofensas gratuitas y sus patochadas de parvulario. Lo mejor es que hagan mutis por el foro.
Parafraseando a su ídolo, Albert Pla, Alfred eres un mierda.