Josep Sansano.
No deja de ser una ironía del destino y una impostura que Mariano Rajoy haya venido a celebrar la «recuperación» del Ayuntamiento de Alicante fundamentado en un caso de transfuguismo extremo, que ha puesto a Alicante al dictado de dos cleptómanas de lo público: Nerea Belmonte y su «asesora» para todo Elsa Martínez. Todas las alarmas han saltado y un partido alicantinista ha puesto en prevención a su equipo jurídico.

Nerea Belmonte ha presumido, sin citar nombres ni partido, que se le ofreció un sueldo de 3.500 euros; señal, según fuentes municipales solventes, de que el precio pactado puede ser mayor. No estamos hablando de un sueldo, sino de resolver una vida política acabada y de proyectarse hacia la próxima legislatura. Lo mismo sucede con Elsa Martínez, cuyas deudas con la comunidad de vecinos de General Marvà son una pista para indicar que precisa resolver su situación.
Que Nerea Belmonte era vendible al mejor postor fue la razón esgrimida por Guanyar para explicar su expulsión, que fue aprobada el 6 de abril de 2.016, con el 91,8% de los votos de la Asamblea. «Era necesario expulsarla y que quedara como no adscrita para que no pudiera votar una moción de censura en base al pacto antitransfuguismo pero tenía que ratificarlo la Asamblea«. Nerea Belmonte había hecho, desde su concejalía, una serie de contrataciones sucesivas por 17.000 euros con una empresa de comunicación de unos compañeros de partido, creada ex profeso unos días antes de recibir el favor público.
La salida del equipo de gobierno y la expulsión de Guanyar, una marca blanca controlada por Izquierda Unida, dejó a Nerea sin sueldo desde marzo de 2,016. Ahora, según fuentes solventes, aspira a más, mucho más que un sueldo. Cuenta para ello con el «asesoramiento» de Elsa Martínez. Fuentes de su entorno consideran que su nombramiento como directora de la Ciudad de la Luz la pervirtió, la acostumbró a la cleptomanía de lo público.
En las afueras de Alicante, en la zona llamada de Aguamarga, a unos cientos de metros del Mediterráneo, la Ciudad de la Luz hace tiempo se apagó y sus instalaciones están en un lamentable estado de abandono: 320.000 metros cuadrados, 11.000 metros cuadrados de platós de rodaje interior, 15.000 metros cuadrados de almacenes y talleres de construcción de decorados.
Ciudad de la Luz SAU fue puesta en marcha con el dinero de los contribuyentes en la orgía megalómana del desastre Zaplana, paradigma de los efectos devastadores del cortoplacismo. El 75% de las acciones, de “Proyectos Temáticos de la Comunidad Valenciana”, el organismo autónomo dinamizador de todas las aventuras faraónicas del zaplanismo. Ciudad de la Luz incluía un superplató de 5.000 metros cuadrados y un Centro de Estudios donde se iba a poder cursar Comunicación Audiovisual. Se han perdido en este pozo sin fondo, que hoy es un monumento al despilfarro, 265 millones y se deben otros 190 millones.
Su expareja Javier Castelló la acusó públicamente: “enviaba a su chófer con el coche oficial a un hotel de Valencia a recoger sobres con dinero procedente de comisiones ilegales” y citó dos casos: 20.000 euros por el bombeo del tanque acuático de la Ciudad de la Luz y 10.000 por el contrato de mantenimiento de los ordenadores. A pesar de ello, Elsa Martínez nunca ha sido imputada y ha seguido prestando servicios al Ayuntamiento a través del favor de su amiga la socialista Gloria Vara.
La nueva etapa de Luis Barcala se inicia con los más negros presagios: es una mera continuidad, con un paréntesis, de Luis Díaz Alperi y Sonia Castedo.