Editorial.
No tenemos ninguna duda, porque no hay la más mínima duda razonable, que hace 19 meses una jauría de cachorros etarras, de terroristas, perpetraron un ataque terrorista a dos guardias civiles -un teniente y un sargento- y a sus parejas, que valerosamente se interpusieron, por el mero hecho de serlos y con el fin de generar terror para expulsar a la Guardia Civil de Navarra, dentro de la campaña Alde Hmendik (Fuera de aquí) que promueve el grupo proetarra Ospe Mugimendua, en el cual algunos de los agresores ostentan puestos directivos.
No se trató de ninguna reyerta, ni de una pelea de bar, sino de un intento de generar terror dentro de una campaña general con un objetivo político marcado y dentro de un clima en el que son claras las calificaciones de terrorismo y delito de odio. «Esto os pasa por venir aquí. Iros de aquí, hijos de puta pikoletos, os tenemos que matar por ser guardias civiles, cabrones, ‘txakurras’ (perros en euskera)». «Cabrones, teníais que estar muertos, dale más fuerte al puto perro guardia». «Al sargento torturador hay que detenerlo». «No tenéis derecho a estar aquí». «Esto que os ha pasado es por salir de allí arriba (del cuartel). Cada vez que salgáis os va a pasar lo mismo, así que lo que tienes que hacer es no salir de allí«. Son frases inequívocas de odio y terror.
Resulta absurda, irracional e hiriente la postura de Podemos que constituye una completa banalización del terrorismo, que ofende a las víctimas y al Estado de Derecho. Pablo Iglesias superó todas las marcas de la estupidez humana y la manipulación política cuando declaró que «convertir una agresión automáticamente en un delito de terrorismo es banalizar el terrorismo«. La única banalización es la de su mostrenco exabrupto en defensa de patentes totalitarios. La banalización en tales materias es de una grave inmoralidad. Insistimos en que lo que se pretendió y de lo que se trata es de imponer el terror a la población estableciendo un dominio totalitario.
Entre la inmensa estulticia y la apología del terrorismo se movió la valoración de la portavoz adjunta de Podemos, Ione Belarra situando a los agresores como «víctimas«, objeto de «un juicio injusto y desproporcionado«. Podemos llevó su impostura hasta la firma de un presunto manifiesto conjunto con ERC, EH Bildu. PdeCat y PNV -todos ellos manifiestos enemigos de la unidad de España y las libertades públicas- en el que se pedía la «eliminación de la calificación penal como delito de terrorismo».
No hay ninguna duda de que se está juzgando un hecho de terrorismo y la negación sólo proviene o del prejuicio ideológico o de la connivencia con los agresores. En Navarra hay una fina línea verde que divide la civilización de la barbarie, la democracia del totalitarismo, la libertad de los campos de exterminio, que es la Guardia Civil. La presencia de la Guardia Civil es lo que asegura la convivencia y mantiene la paz cívica. Tal cuestión no puede ser banalizada. Podemos es cómplice moral del terrorismo.