
Luis Bru
El 14 de mayo de 2010, el Consejo General del Poder Judicial suspendió como juez de la Audiencia a Baltasar Garzón, al abrir el magistrado del Tribunal Supremo, Luciano Varela, juicio oral. A la salida de la Audiencia, el más fiel entre los fieles, el juez Santiago Pedraz se fundió en un abrazo con Baltasar Garzón. Ahora, Pedraz sin pruebas ni indicios mantiene en prisión preventiva a Miguel Bernard. Suena demasiado a venganza.
La desgracia de Baltasar Garzón se la labró él mismo con su afán de protagonismo y creyéndose impune, pero fue Manos Limpias quien lo denunció.
Garzón había iniciado la apertura de una “causa general” contra el franquismo saltándose la Ley de amnistía. Sus buenas intenciones no entraban en el marco legal. Tenía otras dos causas abiertas: escuchas ordenadas durante la instrucción del caso Gürtel entre los abogados y los presos, con grave quebranto del derecho de defensa. El fin no justifica los medios, ni para Garzón, y el derecho de defensa ha de ser sagrado e inviolable. También el Banco de Santander había financiado sospechosamente cursos organizados por el magistrado en la Universidad de Nueva York.
En el momento de su caída, Garzón no estuvo solo, pero casi. Esa agria mañana sólo pasaron, de los jueces, a saludarle y solidarizarse en su despacho, Fernando Andreu y Santiago Pedraz. Y en la escalinata de salida la emoción de este último se desbordó.
A pesar de no tener ninguna prueba, ni tan siquiera indicio, de declaraciones del número dos de La Caixa en el sentido de que Miguel Bernard nunca le pidió dinero, sin riesgo alguno de fuga, con las cuentas bloqueadas, Santiago Pedraz está prolongando una prisión preventiva que suena a venganza siciliana. Es, además, Santiago Pedraz el juez menos dado a usar la prisión preventiva, incluso en casos graves de terrorismo. Como afirman fuentes policiales a RL, “cuando sabíamos que Pedraz estaba de guardia, nunca llevábamos a los etarras, porque los ponía en la calle”.
Sin embargo, en este caso su norma de conducta habitual está trastocada. Fuentes jurídicas señalan a RL que una amistad tan estrecha como la de Santiago Pedraz con un enemigo declarado de Miguel Bernard como es Baltasar Garzón sería motivo de recusación.