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Albert Rivera tiene que pactar con quien sea

Redacción




Albert Rivera no tiene cuarteles de invierno. /Foto: lavozpopular.com.
Albert Rivera no tiene cuarteles de invierno. /Foto: lavozpopular.com.

Miguel Sempere

El bisagrismo tiene muchas dificultades de consolidarse con el sistema proporcional corregido de la Ley d´Hondt. No pudo consolidarse el CDS, la operación Roca fracasó en sus inicios e Izquierda Unida ha sido sufriendo la penalización de la marginalidad. Ciudadanos tiene que pactar como sea para evitar su desaparición.

Inflado artificialmente en su día por encuestas de El País, formado, como partido nacional, de aluvión con retales del PP y algunos del PSOE, el sueño de Albert Rivera de recrear la UCD, ocupar la centralidad y reencarnarse en Adolfo Suárez ha fracasado. Financiado por La Caixa del saliente Isidro Fainé y el Banco de Sabadell de Josep Oliu –el ideólogo del tacticismo del “Podemos de derechas”- se le encomendaron, por esa casta catalana que hace el doble juego del nacionalismo y el españolismo bajo cuerda, dos objetivos: recoger el voto de los desencantados y asqueados por las políticas y la corrupción del PP para sostener al PP en el Poder y evitar a toda costa el acceso de Podemos al poder.

En el primer objetivo, ha fracasado. Era sencillamente imposible, en honor a la verdad. Con la Ley d´Hondt o hay sorpasso o hay decadencia. Superar al PP era misión imposible y ello aboca a una elevada indefensión respecto a los mensajes de voto útil y voto del miedo. Ser aliado de alguien con quien se compite en el mismo mercado, en el mismo segmento electoral, es imposible: si sube uno, bajo el otro; no suman, se restan.

A Ciudadanos le conviene que el PP entre en deterioro

A Ciudadanos lo que conviene es el PP entre en convulsión y deterioro, si pierde el poder, estando ya en ayuntamientos y autonomías en una situación precaria. Pero, sobre todo, le conviene, como sea, entrar en el Gobierno.

No tiene andamiaje intelectual suficiente para afrontar una travesía del desierto en la oposición, salvo que se conceda a Juan Carlos Girauta, un auténtico soplagaitas, con perdón, la condición de intelectual e ideólogo. El partido es una yuxtaposición de trepas, que irá tendiendo a los reinos de taifas, porque no hay doctrina cohesionadora, salvo la defensa de la unidad de España, en lo que Ciudadanos ha sido firme. No tiene cuarteles de invierno donde resistir y ha de edificarlos a la carrera, y para eso es mejor estar en el Gobierno que en la oposición.