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Puigdemont, el destructor del separatismo, más quemado que la moto de un hippie

Redacción




Carles Puigdemont. /Foto: heraldo.es.

Enrique de Diego.

Carles Puigdemont es un cadáver político que deambula, como un fantasma, por el Palau de la Generalitat, una marioneta en manos de Artur Mas, que no va a llevar a Cataluña hacia la secesión sino a la recesión. Está más quemado que la moto de un hippie. Según personas conocedoras de los entresijos de la Generalitat, Puigdemont está sumido en una depresión política y casi personal. En la sesión en la que declaró la independencia para de inmediato suspender sus efectos, se mostró como un hombre acabado y desencajado.

https://youtu.be/d8h1VLzeON4

Por supuesto, no esperábamos que Carles Puigdemont fuera a hacernos caso, pero el lector encontrará en el histórico de Rambla Libre suficientes avisos y aldabonazos de que el referéndum iba a ser un fracaso y todo el fracaso una quimera, una ensoñación estúpida, fruto de cuatro décadas de subvenciones. No es que la masacre de Las Ramblas echara abajo al proceso, que estaba muerto de antemano, pero puso en evidencia el fracaso de la estrategia tan mimada y subvencionada de los nous catalans; la nulidad investigadora y preventiva de los mossos; y el hundimiento en la estupidez de la corrección política de media Cataluña con sus dirigentes al frente.

Carme Forcadell.

La Cataluña del separatismo simplemente no existe. No hay un pueblo catalán, como cree la ignorante de Carme Forcadell, que pueda asumir no sé qué soberanía. Cataluña es una sociedad fragmentada por el separatismo que debe ser erradicado si Cataluña quiere sobrevivir.

Carles Puigdemont y Anna Gabriel.

En estas jornadas, el separatismo ha naufragado en el ridículo que es lo peor en política y no levantará cabeza. El aura heroica de Carles Puigdemont se ha desvanecido como pompa de jabón. No puede declarar la independencia sin subterfugios, como le pide la CUP, porque ha perdido toda credibilidad y cualquier fuerza vital. La CUP también está haciendo el ridículo, atrapada por el presunto monstruo que ayudó a crear y que ha resultado de cartón piedra. La CUP no es nada, una minoría, que ha jugado al chantaje y ha llevado al extremo todas las contradicciones del separatismo por una situación parlamentaria que nunca más a volver a darse, porque la CUP está llamada a desvanecerse, por ética y por estética.

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Pilar Rahola. /Foto: luisnovaresio.com.ar.

Por supuesto, nunca, en ninguna hipótesis, iba a permanecer o entrar en Europa, en la Unión Europea, que nació para conservar las fronteras salidas de la segunda guerra mundial. Ha habido que soportar a la garrula de la Pilar Rahola con discurso histérico negar la evidencia. El separatismo ha mentido de continuo a los suyos, como cuando Artur Mas profetizaba que los bancos nunca se irían por interés.

Artur Mas y Carles Puigdemont.

Puigdemont, y su mentor Artur Mas, han hecho tambalearse a los dos gigantes financieros catalanes, CaixaBank y Banco Sabadell, hasta el punto de obligarles al exilio y estar a punto de echarles por tierra. No es descartable que termine consiguiéndolo. Los primeros en poner pies el polvorosa para huir del desastre económico han sido los separatistas, como los Vallvé-Hortalá o los de Cola Cao, que antes andaban siempre de Diada. Ya son 531 las empresas que han emigrado, mientras una multitud de catalanes hacen cola en las sucursales de Aragón para huir de corralitos y recesiones. Y esto no ha hecho más que empezar. Lo que han perdido las empresas catalanas en Bolsa se aproxima a la pérdida del 40% del PIB de Cataluña. ¡Y había economista que decían que no pasaría nada, incluso que se mejoraría y mucho con la independencia!

Medios ultrasubvencionados como La Vanguardia han salido huyendo y cambiando por completo su línea. El separatismo no ha mostrado ninguna dignidad. Las ratas han abandonado a toda prisa el barco y había muchas ratas.

El fatuo separatismo, mentiroso e indigno, no va a levantar cabeza, por mucho que se empeñe Pedro Sánchez.

Está a punto de destruir a Cataluña. Por ahora, han conseguido destruirse a sí mismos en una orgía de patetismo irrestricto. Si esta farsa no entrañará tanto sufrimiento y tanta tragedia sería para carcajearse de este mal chiste -broma macabra- del procès.

¿Ha declarado o no Puigdemont la independencia? ¡Y lo están debatiendo! ¡Vaya tropa!