Enrique de Diego.
En los barrios de Barcelona, los niños han ido en las últimas semanas contando a sus padres que sus profesores les han preguntado a quiénes votaban sus padres y que votarían en el referéndum (ilegal). Es una terrible anécdota que parece sacada de la Alemania del Este de la Stasi. Indica que ya no es cuestión de España, ni de democracia, sino del fundamento primigenio de la libertad personal. Cataluña se está sumiendo en la noche totalitaria y es preciso impedirlo, por el bien de todos.
Hemos publicado en Rambla Libre la versión auténtica de la ruptura del contrato del Hotel La Vila de Calella con 250 guardias civiles alojados allí, con amenazas de la alcaldesa de retirar licencias, con amenazas de muerte por la calle a familiares de los propietarios y a algunos trabajadores. Es una ambientación totalitaria sombría en la que va sumiendo Cataluña y es preciso impedirlo, por el bien de todos.
No deja de asombrarme el efecto demoledor de la propaganda cuando cae en el terreno abonado de las emociones perversas. Asisto alucinado a la degradación de La Vanguardia que en su día fue un periódico serio, y hoy es un pastiche en lucha subvencionada. La intervención de la Policía y la Guardia Civil para mantener el orden público e impedir el desarrollo de un referéndum ilegal en comisión plena del delito de rebelión por sus participantes ha sido presentado como un ataque violento del Estado. Incluso los parásitos burócratas de la Comisión Europa han afirmado que «la violencia no es un argumento político». La violencia legítima del Estado, que tiene su monopolio, es el principal argumento que diferencia la civilización de la barbarie, el orden de la anarquía, el derecho de la ley de la jungla.
Se ha llegado a niveles de estupidez en la manipulación que ni tan siquiera se hubiera atrevido Joseph Goebbels, y ello en una sociedad supuestamente avanzada. Se ha dado por la fuente oficial de la Generalitat, en donde todos, empezando por el portavoz, mienten más que hablan la cifra de ¡893 heridos! Pero a los pocos horas, hospitalizados había 4. Ada Colau, en plena histeria, acuciada por el baile de San Vito ideológico, ha llegado a hacerse eco de agresiones sexuales. Una separatista manipuladora ha afirmado que le han roto todos los dedos y le han tocado las tetas. Todo un delirium tremens, una orgía de manipulación irrestricta por la causa. Una muestra palpable de que Cataluña se está sumiendo en la noche totalitaria y hay que impedirlo por el bien de todos.
La mentira domina la Cataluña separatista y trata de imponerse a todos. Por la causa se miente sin escrúpulos morales; por la causa los verdugos abandonan sus harapos y se visten con los bellos atavíos de las víctimas. Es la mentira que luego destruye y mata. La mentira de la noche totalitaria en la que se está sumiendo Cataluña y hay que impedirlo por el bien de todos.
Agresiones, provocaciones, insultos de quienes llevan cuatro décadas ejerciendo la violencia contra los que no piensan como ellos. Cataluña está pagando muy caros su paganismo. El odio a flor de piel, ese odio ubicuo que lleva a adorar a los asesinos y a situar como invitado de honor al verdugo Arnaldo Otegi, a recibirle con honores de prime time. Camaredería separatista en un mismo orden moral totalitario.
Cataluña, aullando de odio, se sume en la noche totalitaria y es preciso impedirlo, por el bien de todos.