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Lacasa está encendida

Redacción




Palacio de Justicia de Elche. /Foto: funcionariosdejusticiavalencianos.com.

Josep Sansano.

La Fiscalía en España es un erial, en el que tras cuarenta años de sumisión degradante al poder político el fiscal anticorrupción tiene que dimitir por ser propietario de una sociedad en Panamá y el fiscal general del Estado es más del partido que nunca. Una España en la que los corruptos conocen con antelación los nombramientos y los celebran como favorables a su impunidad.

Este ambiente sórdido en las alturas produce mimetismos de degeneración en las bajuras. Cada nueva promoción tiene menos preparación y, sobre todo, menos resortes éticos. Un caso paradigmático es la fiscal M. Lacasa, de los Juzgados de Elche. M, Lacasa está encendida, que diría el poeta Luis Rosales, no parece tener conciencia de que está para servir a los ciudadanos y de que debe aprender a escribir mejor, porque su estilo es macarrónico, sus inconsistentes escritos al Juzgado de Primera Instancia número 5. M. Lacasa desconoce lo que es un «centro adecuado» para quien ha sido diagnosticado con Trastorno Límite de Personalidad y parece importarle una higa lo que les suceda a las personas. Tampoco es capaz de tener en cuenta que las autoridades sanitarias han decidido el ingreso en un centro concertado como es PREVI. Incluso se permite recomendar un contencioso-administrativo que se sustanciaría en el año 2025. ¿Cómo forman ahora a los y las fiscales en España? Una reforma necesaria es que los puestos de la Justicia no sean vitalicios porque llegan ya con las togas apolilladas y apoltronados.