Enrique de Diego.
El gran César Vidal ha tenido un sobresaliente acierto al acuñar el epíteto «furcia mediática» para describir o definir cierto tipo de periodista moderno que se vende por un plato de lentejas o por unos cientos de miles de euros. Ese cierto tipo está hoy generalizado y compone el desacreditado mundo inmundo de los medios de prostitución o defecación. Aunque César Vidal nunca te ha citado por tu nombre y apellidos; vamos, que no ha dicho Federico Jiménez Losantos es una furcia mediática, lo ha dado a entender con total claridad. Pero puede que no. Veamos,
Ya en «La gran traición» narro la anecdóta de que, presa de los nervios, perorando críticamente sobre La Caixa conminaste a César Vidal a que cortara el micrófono al docto Catedrático de Economía, Roberto Centeno y, al resistirse a ello, el whatsapp subió de tensión pues le mandaste «Mátalo». No sé si en sentido figurado o literal, pues eres un devorador compulsivo de novelitas de criminales en serie y es tuya la intervención como un locutor hutu provocando la matanza hasta nivekes de genocidio clamando, bastante histérico, contra las «cucarachas» y las «ratas» de los no timo vacunados, llamando a «exterminarlas» y «matarlas». Pues cuando te pones eres bastante bocachanclas hasta el hastío.
Lo más curioso en el litigio liberticida que nos llevamos entre manos, o que tú llevas en tu alma podrida, aseveras como un propagandista de la mentira, o un mentiroso relativista, más bien como un mendaz al peso, que me invento de que en tu primera ampliación de capitales, tu primer timo corrupto moral, que Libeertad Digital SA está en lista de Bárcenas, cuando es una verdad incuestionable, que está en la sentencia. Esa es tu catadura amoral, jodido pigmeo moral. Eres lo que César Vidal llama una furcia mediática que no se reconoce, que va de casta, alma de cántaro, pitorrín de botijillo.
Cuando, por razones que no vienen al caso y que nos llevarían muy lejos, decido vender mis acciones en Libertad Digital SA, lo hice por el precio de compra, sin plusvalía alguna, por 2 millones de las antiguas pesetas, dentro de los accionistas, al choro de Alberto Recarte. En esos tiempos, merced a pelotazos que diste con el PP, como las concesiones de televisión, que vendiste, o mejor vendió César Vidal, por tres millones de euros, las acciones de Libertad Digital quintuplicaron su precio, y en el chat para adictos te permitiste lanzar el infundio de que había aprovechado la ampliación de capitales para chantajearos o cuando levantaste la insidia mentirosa de que te había pedido colaborar en tu programa de la escoria episcopal de la COPE. No sólo creas la realidad, no sólo te la inventas, no sólo la acomodas a conveniencia, sino que te crees tus propias mentiras, maoísta pringado de cuarta, porque no has dejado de ser un maoísta pringado.
Maoísta que es el camino tortuoso, revestido de harapos liberales, para ser globalista, que es la mierda que eres, engañabobos, atorrante de peperos oligofréncios, incapaz de dar un batalla por la dignidad del ser humano, de recibir un rasguño por la libertad. Y así te llaman pfiderico y cobrais de USAID, de la escoria del mundo. Decía Abraham Lincoln, un hombre decente, que «se puede engñar a todo el pueblo durante un cierto tiempo, y a parte del pueblo todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo», Tú, Losantos, ya no engañas a nadie; tus días de gloria han pasado; eres un clown vociferante; no eres ni disidencia controlada, eres el lacayo adiestrado del globalismo; eres un monigote; eres furcia mediática que oposita al número 1. Por entrevistar al presidente de la Xunta de Galicia y al presidente de la Diputación de Orense has cobrado 36.000 euros. ¡Qué barato te vendes, furica mediática!