Luis Bru.
La malograda periodista Elia Rodríguez, víctima de la timo vacunación y de la coacción y el clima de terror impuestos por Losantos, tuvo una vida difícil en Es Radio, que se aleja de la sarta de mentiras oficiales contadas por Libertad Digital SA a raíz de su muerte, empezando por la grosera mentira de que falleció por «accidente domético».
Lo más grave es la confesión hecha al popular radiofnista César Vidal de que estaba sufriendo acoso sexual en Libertad Digital. No dijo por quien, pero la situación le provocaba mucha angustia. También César Vidal fue depositario de confidencias de Elia Rodríguez en el sentido de que se la amltrataba económicamente, vamos, que ganaba una mierda, y que su trabajo no era valorado. En varias ocasiones, comentó que quería abandonar la empresa, pero las dificultades del sector se lo impidieron. Estas nuevas revelaciones dan un sesgo distinto al caso Elia Rodríguez.
La periodista seguramente no presentó denuncia por miedo a perder su trabajo. En ese clima de pánico laboral fue en el que se consumó su muerte, pues no tiene lógica que se timo vacunara, en ningún caso, pues ya había pasado el coronavirus, pero el clima de terror generado por Losantos creo el climax en el que se produjo su muerte.
La verdadera historia de Elia Rodríguez está llena de desencuentros con Javier Somalo. Entró en la radio con un programa de toros – no sé quien la recomendó – y le complementaban los emolumentos con el patrocinio del Corte inglés en el programa de Federico Jiménez Losantos. Fuentes internas de la radio explican que no la tenían muy considerada, pero hete aquí que el que llevaba el programa de fin de semana se hartó y se fue.
En EsRadio cobraban de manera injustificadamente alta Ayanta Barilli o los amiguetes de Losantos como Andrés Arconada o Antonio Amorós. Cuando se produjo el hueco en el fin de semana, decidieron taparlo con lo que tenían más a mano y pensaron en Elia. Con ella, el padre Mundina y un profesor de instituto jubilado que hablaba de animales aviaron el fin de semana.
Elia Rodríguez se quejaba a menudo, en pequeños corrillos, de que Javier Somalo no le tenía ninguna consideración y que incluso se negaba a pagarle más y a anunciarla como directora del fin de semana. Incluso llegaron a tener una discusión en que Javier Somalo le dijo que en vez de fijarse tanto en la designación que tenía lo que debía hacer era pensar más en la radio. Ni bien pagada, ni bien considerada, salvo por los oyentes.
Elia Rodríguez vivía sola, y fueron sus padres, alarmados porque su hija no contestaba al teléfono, quienes se presentaron en el domicilio y descubrieron el cadáver.