Luis Bru.
Febrero avanzaba con las temperaturas propias del mes cuando los boletines del tiempo anunciaron un cambio repentino. Conociendo con el Día de San Valentín, «una inusual subida de los termómetros» caliente parte de España. Evidentemente, según la prensa es por culpa del cambio climático, y hay que subir los impuestos para combatirlo.
Desde que el escándalo de USAID es de dominio público, no cabe más que mirar a la agencia estadounidense. Entre sus partidas hay millones para el clima, por lo que la financiación de la geoingenería parece más que factible. Con el arma más poderosa del hombre mundano que es el raciocinio, se extraen varias casualidades debidamente planificadas.
La primera es el drástico cambio en la apariencia de los cielos coincidiendo con la subida de las temperaturas. De las nubes plomizas que vaticinan agua han vuelto las estelas. En segundo lugar, para que USAID lo entienda, el timing. Esta temperatura en febrero causará problemas en la producción agrícola. Un propósito que va en el fin de los planes globalistas: limitar la autosuficiencia o encarecer la comida para aumentar la pobreza y disminuir la población.
En los últimos días el Sudeste de España, huerta de Europa, tiene sus cielos repletos de aviones. Estos pertenecen al programa TLP de la OTAN. Los pilotos de la OTAN están entrenando para futuras acciones militares. Se entiende el interés en mantener la guerra en Ucrania. Aunque estos aviones no sean los causantes, los planes aéreos coordinados desde la Base de Los Llanos en Albacete son el lugar de pruebas de la OTAN. A esta se le une la de San Javier (Murcia), y los trayectos sobrevuelan explotaciones agrícolas que han descendido su producción. Si las bases a estas alturas resultan ofensivas, ningún grupo protesta por la toma del cielo por parte de la globalista OTAN. Hay que decirlo alto: El cielo español, para los españoles.