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Escándalo en el fútbol lésbico: La pequeña Sodoma y Gomorra con orgías y novatadas de alto contenido sexual

Redacción




 

Luis Bru.

El fútbol femenino, o mejor fútbol lésbico, si tuviera que vivir de lo que recauda pronto se iría al garete. Vive, como florero, de los beneficios que obtienen los varones. Vive subvencionado, generando deuda.

Puede ver en México, donde Jenny Hermoso, uno de los puntales mediáticos del fenómeno, falla un penalty ante una portera de 16 años. Pero llamamos la atención sobre las gradas vacías. Esto es lo habitual. El Club de Fútbol Barcelona, el más seguido, congrega una media de 4.000 espectadores por partido. Los que se reúnen en partidos de Regional Preferente.

A pesar de ello, y merced a la propaganda woke de que se ha rodeado, Jenny Hermoso ha llegado a decir que debería tener unas retribuciones semejantes a las de Messi, que llena estadios y es seguido por las televisiones. Esta total pérdida del sentido de la realidad, se ha producido merced a las ínfulas feministas y la politización de que se ha rodeado.

Uno de los factores que han jugado a favor es su casi unánime condición lésbica de las jugadoras, que coincide con el interés compulsivo de los globalistas y su agenda 2030 de extinguir a la Humanidad, o a buena parte de ella. De esa forma el ambiente que reina en los vestuarios es de un putiferio desorejado, y sin normas morales, con cambios continuos de pareja o de barragana.

Es difícil cifrar porque se lian y se deslian, y las lesbianas suelen tener relaciones abiertas en las que se tiran otras que no son su pareja. Jenni Hermoso fue pareja de Alexia Putellas, una mujer que ha de abusar de inyecciones de testosterona, a tenos de su falta de tetas, y que suele ser tratado como «la reina», quizás recordando el título o apodo de «o rei» que ostentaba Pelé. Estos despropósitos y exageraciones son habituales en un deporte altamente deficitario y subvencionado. Las jugadoras viven una total impunidad y los medios de prostitución jalean su desatinos y libertinajes.

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El ambiente sórdido y altamente sexualizado ha generado enconados conflictos en las concentraciones de la selección. La reivindicación fundamental para echar al entrenador fue la exigencia de que se mantuvieran las puertas de las habitaciones abiertas, para así poder mantener relaciones sexuales por las noches.

Esta pequeña Sodoma y Gomorra tiene un componente lésbico, casi unánime. Es más fácil cifrar un once según sexualidad. Portera: Cata Coll, lesbiana. Suplente Misa Rodríguez, lesbiana. Defensas: Irene Paredes, lesbiana, Mapi León (ya no va, pero lesbiana), Ivana Andrés, lesbiana, Ona Battle, lesbiana, Olga Carmona, lesbiana. Centrocampistas: Alexia Putellas, lesbiana. Patri Guijarro, lesbiana (pareja de Claudia Pina), Aitana Bonmatí (no se le conoce pareja de ningún sexo), Teresa Abelleira, lesbiana, Laia Aleixandri, hetero, se va a casar con su representante. Delanteras: Claudia Pina, lesbiana, Jenni Hermoso, lesbiana, Alba Redondo, lesbiana, Mariona Caldentey, lesbiana, Athenea del Castillo, hetero.

Según afirma en Twitter, Adhel Gazard, «no es un secreto que a las novatas del vestuario las dejaban más agujereadas que a Lorca». En clubes como el Barcelona se han hecho costumbre las novatadas a las jóvenes canteranas, que consisten en encerramientos en habitaciones y juegos de alto contenido sexual, con juguetes eróticos y costumbre que recuerdan bastante al medieval derecho de pernada.

El caso de Mapi León con Daniela Cascadas, a pocos metros de su amante Ingrid Engen, no es más que la punta del iceberg. ¿Si hacen esto en público que no harán en privado?