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El delito de odio, la última coartada de los wokes

Redacción




Javier de la Calle.

Esta semana se celebrará el juicio contra la tuitera @barbijaputa, que tiene más de 265.000 seguidores en la red social X. Barbijaputa es una charo abyecta, a la que el Sistema se le ha vuelto en contra. Hace escasos días, Pedro Sánchez solicitó acabar con el anonimato en redes sociales. Queda demostrado que la Policía Nacional está para resolver cuestiones insustanciales cuando los delincuentes armados campan a sus anchas por España. El anonimato de Barbijaputa ha durado menos que un caramelo en la puerta de un colegio. A Barbijaputa le piden casi dos años de cárcel por ofensas a los judíos. Los woke idearon la persecución de los disidentes, pero las leyes se les vuelven en contra. El fin del anonimato en redes sociales no es el objetivo. Es la autocensura. El odio es algo propio del ser humano. Odiar, como cualquier sentimiento, no puede ser un delito. Este es el mundo que se viene abajo con el fin de lo woke y que tan fielmente retrató Enrique de Diego en el libro «El virus woke».