Estados Unidos está al borde de un cambio importante en su panorama político. Mientras el régimen actual sigue luchando contra divisiones internas, amenazas externas y una pérdida general de confianza del pueblo estadounidense, está surgiendo un gobierno paralelo, encabezado por una coalición de figuras influyentes de los sectores público y privado.
Mientras se asienta el polvo de uno de los desastres naturales más devastadores en la historia de nuestra nación, millones de estadounidenses se quedan sin electricidad, sin hogares y sin seres queridos. Ciudades enteras han sido demolidas, dejando un rastro de destrucción que tardará años en repararse. Ante tal tragedia, uno esperaría una respuesta rápida y compasiva de nuestro gobierno federal. Sin embargo, parece que la compasión y la acción rápida no son las prioridades de nuestros líderes, ya que continúan enviando nuestros dólares de impuestos duramente ganados al extranjero mientras los estadounidenses sufren.
Justo cuando pensábamos que las cosas no podían empeorar, el gobierno federal anunció una ayuda de emergencia de apenas dos millones de dólares para Carolina del Norte, un estado que se recuperaba de las consecuencias de este catastrófico huracán. Mientras tanto, el mismo día, anunciaron que enviarían 157 millones de dólares al Líbano para limpiar el desastre causado por Israel. Es difícil imaginar cómo nuestro gobierno puede priorizar el envío de ayuda a otro país cuando tantos de nuestros propios ciudadanos la necesitan desesperadamente.
Pero no es la primera vez que nuestros impuestos se envían al extranjero mientras los estadounidenses pasan apuros. Apenas una semana antes, a finales de septiembre, se anunció que se enviarían 8.700 millones de dólares en ayuda a Israel. Este es un país que ha demostrado constantemente su desprecio por la vida humana y la paz en la región, y aun así seguimos destinando nuestros recursos a apoyarlos, porque, para ser francos, ellos son los dueños de nuestros políticos.
Las recientes acciones del régimen son una continuación de un patrón de larga data de hipocresía y doble moral. Esta misma disparidad fue evidente en los últimos tres años y medio, cuando los estadounidenses de clase trabajadora enfrentaron una inflación creciente y lucharon para mantener a sus familias. Mientras tanto, el gobierno priorizó y financió generosamente guerras extranjeras e intervenciones en Ucrania e Israel, desviando recursos valiosos de las necesidades del pueblo estadounidense. Esta desconexión entre la clase dominante y las masas subraya un fracaso sistémico a la hora de priorizar y abordar las preocupaciones genuinas de los ciudadanos comunes.
Ante esta conducta de nuestro gobierno, ha ido surgiendo un gobierno paralelo.
Si has estado prestando atención, Donald Trump ha estado actuando como presidente de este gobierno paralelo desde que dejó el cargo. Sigue reuniéndose con jefes de Estado, dominando el ciclo de noticias e influyendo en las decisiones políticas como si ya fuera el presidente en funciones.
Para justificarlo aún más, hay decenas de millones de estadounidenses que creen que las elecciones de 2020 fueron un robo y siguen considerándolo presidente. Esto es una clara indicación de que el pueblo estadounidense ya no confía en el régimen actual para dirigir la nación. El estilo de liderazgo de Trump, sumado a su compromiso de poner a Estados Unidos en primer lugar, le ha ganado el apoyo de decenas de millones de ciudadanos que anhelan un gobierno que realmente represente la voluntad del pueblo.
En el sector privado, los esfuerzos de Elon Musk para brindar ayuda en caso de desastres son otro ejemplo de cómo las personas y las organizaciones privadas están dando un paso adelante para llenar los vacíos que dejó el gobierno federal. Las soluciones innovadoras de Musk y su inquebrantable dedicación a ayudar a los necesitados han demostrado que el sector privado puede desempeñar un papel crucial a la hora de abordar los desafíos que enfrenta nuestra sociedad.
En muchos sentidos, hoy vivimos en dos países separados, cada uno con su propia cultura, idioma y valores distintivos. El primero es la patria tradicional de los estadounidenses de ascendencia, con raíces en siglos de historia y un patrimonio cultural compartido. El segundo es una entidad en rápido crecimiento, poblada por decenas de millones de extranjeros que se han establecido legal e ilegalmente en los Estados Unidos, a menudo sin tener en cuenta las costumbres y tradiciones de la población nativa. Esta división tiene implicaciones significativas para el futuro de nuestra nación, y es crucial que la reconozcamos y la abordemos antes de que sea demasiado tarde.
La idea de un gobierno paralelo no es nueva, pero su implementación en Estados Unidos no tiene precedentes. Tradicionalmente, los gobiernos paralelos se han formado en respuesta a crisis políticas, económicas o sociales, con el objetivo de proporcionar estructuras de gobierno alternativas a las existentes. En este caso, la incapacidad del régimen existente para abordar los desafíos apremiantes del país ha creado un vacío que el gobierno paralelo está dispuesto a llenar.
El gobierno paralelo no busca derrocar al régimen existente, sino más bien ofrecer una forma alternativa de gobierno que aborde las necesidades y preocupaciones del pueblo estadounidense. En todo caso, se trata de una respuesta del libre mercado a una necesidad crítica y la satisfacción de la misma. Mientras el régimen existente sigue en dificultades, el gobierno paralelo está bien posicionado para llenar el vacío y ofrecer un nuevo comienzo para la nación. El futuro de los Estados Unidos puede muy bien estar determinado por este nuevo paradigma, que marca el comienzo de una nueva era de liderazgo y gobierno.
A medida que los estados se van dando cuenta de que el gobierno federal no sólo los abandona, sino que socava activamente sus esfuerzos por prosperar, buscan cada vez más fuentes alternativas de apoyo y colaboración. Este cambio hacia la autosuficiencia y el control local es un avance positivo que, en última instancia, conducirá a una nación más resiliente y próspera, pero el tiempo dirá cómo se desarrollará. Es poco probable que el régimen actual caiga sin luchar, pero rezaremos por una transición pacífica del poder cuando un régimen caiga y otro ocupe su lugar.
En un mundo en el que el régimen actual ha demostrado ser poco fiable y poco digno de confianza, no sorprende que los ciudadanos estén recurriendo a fuentes alternativas de apoyo y liderazgo. Esta tendencia hacia un gobierno paralelo es una respuesta natural a los fallos del sistema actual y una señal de que el pueblo estadounidense está preparado para una nueva era de autosuficiencia.
Es hora de un cambio. Es hora de que nuestro gobierno ponga las necesidades de los ciudadanos estadounidenses en primer lugar. No podemos seguir viendo cómo nuestros impuestos se envían al extranjero mientras nuestra propia gente sufre. Es una bofetada en la cara a todos los estadounidenses que trabajan duro y que alguna vez han pagado sus impuestos y han esperado que su gobierno se preocupe por sus intereses.
Que Dios tenga misericordia de nuestro país.
Andrew Torba
CEO, Gab.com
Cristo es Rey