Poco después de esta oración, decidí llamar al número de Juan Antonio, sabiendo muy bien que minutos antes las llamadas de mis amigos no habían tenido respuesta. Sin embargo llamé y se escuchó el sonido del teléfono. Juan Antonio sobresaltado escuchó de dónde provenía el sonido… Su teléfono estaba allí, entre él y yo, ¡tranquilamente ubicado en el asiento!
Imaginen la inmensa alegría que nos embargaba, y ¡las acciones de gracias que surgían de nuestros corazones y de nuestras bocas! Los cinco estábamos siendo testigos de un hecho extraordinario que nunca olvidaremos. Bendito seas San José y tu amor paternal por quienes te invocan con confianza y se abandonan a tu paternidad tan tierna y poderosa. ¿No eres acaso el que ha provisto el pan de la Tierra a Aquel que es el Pan del Cielo? ¿No has sido el pastor del Cordero que debía borrar el pecado del mundo?
4. Lo que no imaginaba de la Virgen María.
En este mes del Rosario descubrimos el papel maravilloso de la Virgen María en la economía de la salvación. En su libro “Cosí ho visto l’Immaculata” (He visto así a la Inmaculada), Don Dolindo Ruotolo cita palabras que recibió de la Virgen, palabras que nos revelan un aspecto muy poco conocido de su grandeza y del papel único que tuvo en la salvación de la humanidad y de cada uno de nosotros. He aquí extractos de su libro:
“Soy María Inmaculada, su Madre, la Reina del Cielo y de la Tierra”. “Estoy por encima de los ángeles, porque más que todos ellos me abandoné a la Voluntad de Dios… realicé el más alto designio de Dios, el designio de la Encarnación del Verbo”.
“El Ángel recibe el designio de Dios sobre las criaturas y es su mensajero, lo transmite e incentiva a las criaturas que le son confiadas para que lo realicen…
Al anuncio del Ángel respondí: “He aquí la esclava del Señor”, reparando el grito de los ángeles caídos: “¡No serviré!” Y, entregándome totalmente a Dios, acogí en mi seno al Verbo de Dios.
El Ángel recoge los rayos de luz divina y los derrama sobre las creaturas. Yo acogí la Divinidad misma y me convertí en la Madre. Reino por consiguiente sobre los ángeles porque juego un papel reparador en relación a todos los ángeles caídos y también un rol de sustitución en su misión, porque, en el más alto grado, realizo la misión angélica.
Los ángeles rebeldes cayeron de su altura porque no querían aceptar la humanidad del Verbo de Dios… Yo reparé esta ofensa adorando esta humanidad en mi seno… siendo su Sierva y su Madre al mismo tiempo”.