Luis Bru.
«La pandemia ha sido fundamentalmente mediática», la sentencia es de la Catedrática María José Martínez Albarracín, y todas las palabras de la frase son verdad. Nos atrevemos a decir que fue fundamentalmente televisiva, pues el pánico propaagado prendió básicamente en los televidentes, que siguieron con fruición lossucesivos timos hasta el timo o farsa final de las variantes, con el estomagante César Carballo en el papel de «doctro miedo», hasta que ya no dió más de sí y buena parte de la gente apagó la televisión.
Es una magnífica noticia que el frente mediático woke -sólo hay un medio, sólo hay una televisión, que sigue las directrices de la infecta Blackrock, la nueva Babilonia- se resquebraja, es consciente de su pérdida de influencia y de su descrédito e incluso, en algunos casos muy acusadamente como Vocento, no le cuadran las cuentas y se apoxima a pasos agigantados hacia su amargo final.
El pánico ha cambiado de bando y ahora los medios y los papagayos y las furcias mediáticas del sistema woke -funciona mediante la mentira irrestricta y el bulo al por mayor- tienen pavor a 1) Donald Trump; 2) a X; 3) a los yutubers o los comunicadores alternativos que tienen cada vez más crediblidad y constituyen ya una fuerza formidable y ganadora.
El enemigo público número 1 de los medios woke es Donald Trump, pero les vemos desarbolados. En una tertulia en el canal oficialista 24 Horas intentan meterse con Trump pero no lo consiguen porque resulta que sobre la emigración salvaje Quemala Harris ya no es alternativa porque ha ido variando de postura a medida que el suelo se mueve bajo sus pies y ahora, la de las fronteras abiertas, se presenta como la guardiana de la frontera. Así nohay manera. Un Antón Quesada desmoralizado casi termina haciendo la alabanza de Trump, quizás porque éste ha conectado con una corriente arrolladora y muy mayoritaria de norteamericanos que no están dispuestos a perder su identidad. Y en economía tres cuartos de lo mismo. Hasta Antón Quesada se vio obligado a reconocer que «con Trump vivían mejor» los norteamericanos: tenían más altos salarios y muchísima menos inflación.
Con X están de los nervios porque Elon Musk ha abierto twitter a la libertad de expresión y les desconcierta a los woke que están quedado en franca minoría y no marcan tendencia, sino que se baten en retirada.
Todos los grupos mediáticos están en quiebra, pero ya el que da pena es el Grupo Vocento, los vascos, cuyas acciones valen 7 céntimos y que la imaginación no les da para más que para fichar como consejero delegado a Manuel Mirat, un hombre que llevó al desastre al Grupo Prisa, para que quede claro que todos son intercambiables y todo es una farsa woke del peor gusto. Al que le huele la cabeza a pólvora es a Julián Quiros, todavía director de Abc,quien será sustituido por Juan Fernández Miranda, que para nadie es un secreto que se encarga del día a día de hacer esa escoria en que ha degenerado Abc.
Pero el más grosero error, demostración de que los woke están de los nervios, es la metedura de pata de La Sexta, mejor conocida por La Secta, con el programa «Conspiranoicos», de Jokin Castellanos, un personaje que desmiente los cuernos de su presunta novia enseñando una pulserita muy mona con los colores arcoiris. Ese personaje patubulario se hi acompañar por Emilio Domenech @nanisimo, la mascotita de peluche de los globalistas Ana Pastor y Antonio García Ferreras, el «experto» en política norteamericana, y por el hípersubvencionado de todas las salsas Rubén Sánchez.
En el progrma «Conspiranoicos» resulta que a los que denunciaron no eran ni por asomo conspiranoicos, sino que todo los que dicen es la pura verdad y nada más que la verdad. Enhorabuena al insigne Rafapal y al gran César Vidal, por la publicidad gratuita recibida y por la difusión de las verdades del barquero. El progrma fue una garrula y mostrenca muestra de debilidad ante los youtubers, a quienes trataron de desacreditar y sólo consiguieron dar alas y notoriedad.
La Sexta consiguió un share del 6 mientras el programa en la 4 de Iker Jiménez obtuvo un 7,2.