Javier de la Calle.
El debate electoral entre Donald Trump y Kamala Harris tuvo su efecto colateral más importante una vez se apagaron las cámaras. Presumiblemente, desde el Gabinete Demócrata fueron conscientes de que Trump era el triunfador en las redes sociales, por lo que decidieron jugar su carta más potente de toda la campaña: la diabólica Taylor Swift. La cantante publicó un extenso texto para los 283 millones de seguidores que tiene en Instagram, en los que argumentaba que apoya a Kamala Harris por su defensa de los derechos de los desviados. En sus redes sociales, Swift hizo de publicista del Gobierno, al publicar el enlace para registrarse para los comicios. Lo nunca visto.
Rambla Libre publicó el pasado mes de mayo un estudio de impacto mundial en el que se exponían los perjuicios causados por Taylor Swift. Lo ocurrido es evidente: para disfrutar de su jet, Swift es una figura del globalismo, que le reporta millones que pagan los padres de niñas enajenadas. A cambio, Swift tiene que pagar estos tributos para que gane Kamala Harris.
Swift firmó el texto como «la dama de los gatos sin niños». Una rúbrica reveladora y asquerosa. Los gatos jamás sustituirán a los hijos. Esta es una referencia a J.D. Vance, que afirmó que el futuro no podía estar en manos de mujeres sin hijos pero que poseen gatos.
Los globalistas están sumamente nerviosos para haber gastado como efímero fuego de artificios su arma más pesada: Taylor Swift.