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Irene Montero, la perfecta tonta del bote woke

Redacción




Luis Bru.

Lo ha vuelto a hacer, Irene Montero lo ha vuelto a hacer, se ha puesto atorrante como cultalatiniparda, y ha llegado a ser la tonta del bote gnóstica woke, pero no una cualquiera, sino la perfecta tonta del bote. Utilizando la estúpida jerigonza woke parte y llega a la conclusión de que todos los «varones son violadores potenciales», dado el patriarcado, ensoñación o quimera de colectivo inexistente, de ahí deduce que el machismo es estructural.

Observen como desgrana el libro de  petete de las élites, la burda manipulación que la sitúa en el Top 5 de las mayores imbéciles woke del mundo mundial, tal y como la ha retratado para la posteridad en su espléndido capítulo 3 de «El virus woke», Enrique de Diego, verdaderamente antológico. Ha escrito la tonta del bote woke en X que «decir “todos los hombres son violadores en potencia” es señalar que la violencia machista es estructural y no un caso aislado: que el machismo es una norma social y cultural que legitima a cualquier hombre -a todos los hombres- para ejercer violencia contra cualquier mujer».

Establecida la mentira y convertida en dogma, viene el corolario: «por eso también decimos que los agresores machistas no son una excepción o una rareza sino “los hijos sanos del patriarcado” El machismo legitima y naturaliza la violencia machista, hace que no reconozcamos como violencia lo que sí es violencia».

Y para muestra vale un botón roto y podrido. El ‘pico’ de Luis Rubiales y Jenni Hermoso que a los humanos con sentido común nos parecíó una macarrada consentida no sólo en el momento sino durante varios días, hasta que la zarabanda woke lo convirtió en «violencia sexual»: «Recordad por ejemplo el beso no consentido de Rubiales a Jenny Hermoso. Al principio mucha gente lo vio incluso como una anécdota graciosa y mucha gente comprendió por primera vez ahí que un beso no consentido es violencia sexual». Es cierto, mucha gente lo vio, al principio, como una anecdota graciosa, incluida Jenni Hermoso y sus compañeras de selección…y no decimos más para no caer en las garras de la nueva inquisicón woke. Venga, Irene Montero, pedófila, a vivir del cuento, pero no nos torres.

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