Luis Bru.
La Guardia Civil ya no es Benemérita. Nada tiene que ver con la que tuvo un prestigio mítico para el pueblo español. Ahora es una escoria woke. Celebración del día del orgullo gay con la bandera arco iris, eliminación del concepto mujer, guardias civiles que son actores de porno casero, un Cuerpo inclusivo y la guardia pretoriana de Marlaska marcada por la corrupción de sus directores generales civiles.
Una Guardia Civil que conserva el uniforme verde pero ya no es lo que era, ya no queda nadie de la que luchó contra la banda terrorista ETA. Sociológicamente, abunda entre sus números los licenciados universtarios, pero sin vocación de guardias civiles, como mera solución ocupacional. Esta Guardia Civil no merece el aplauso de los patriotas en el desfile del 12 de octubre sino el más firme desprecio.
Ha sido corrompida por el sistema, no sólo por el PSOE, sino por el conjunto de fuerzas políticas que han marcado una línea de corrupción moral. Por ejemplo, el ascenso de coronel a general se hace por nombramiento discreccional del Consejo de Ministros. Y todos quieren llegar a general como culminación de la carrera castrense, por tanto hay que ser serviles, dociles a los políticos. Desde que salen de la Academia General de Zaragoza ya saben que hay que hacer para llegar a general: lamer el culo. En cuanto a los números, cabos, sargentos…las prebendas son igualmente políticas, una estancia en una embajada, por ejemplo.
Ha resultado escandaloso el comportamiento de la Guardia Civil en la localidad alicantina de Gata de Gorgos, Alicante, en que ante la denuncia de la mujer de David Lledó la Guerida Civil les hizo desistir de denunciar algo tan grave como la violencia sexual porque no servía para nada y se soltaría en un día al marroquí. Hay que tener en cuenta el comportamiento cobarde del alcalde, Josep Signes, pagando, con el dinero de los contribuyentes, la luz y el agua de los presuntos asesinos y no haciendo nada ante el deterioro del orgen en el pueblo por condicionamientos gnósticos como militante de Compromis. La Guardia Civil no ofrece protección al único testigo del asesinato de David Lledó. Es una estricta vergüenza.
Por contra, los manifestantes del día 30 de junio de 2o24, en petición de seguridad y en homenaje a David Lledó,. fueron recibidos como delincuentes por un despliegue de la Guardia Civil claramente intimidatorio, con petición del DNI y cacheos. Mientras los preuntos asesinos son tratados entre algodones y se les permite que ocupen las casas ilegalemente.
La Guardia Civil woke no hace más que el ridículo. Así sucedió en el asesinato de Gabriel Cruz Ramírez. conocido por toda España como el «pececito», que desapareció en la pedanía de las Hortichuelas el 27 de febrero de 2018, en Almería, y su cadáver fue encontrado el 11 de marzo cuando lo trasladaba su asesina, la dominicana Ana Julia Quezada, pareja del padre. Se utilizaron 5.000 efectivos en la inútil búsqueda, 3.000 voluntarios y 2.000 profesionales. El asesinato pudo ser resuelto de inmeditao, sin el despilfarro de dinero público, pero Ana Julia Quezada era negra e inmigrante. A pesar de sus declaraciones contradictorias eso la sirvió de camuflaje, cuando ya en Burgos había matado a una hija suya, que la Policía Nacional no supo investigar.
Otro error producto de la degeneración woke fue el la muerte por repentinitis de Esther López, en Traspinedo, Valladolid. De nuevo el despliegue fue propio de teleserie. Desde el 13 de enero de 2022 al 5 de febrero cuando se encontró el cadáver sin signos de violencia y la autopsia dictaminó que sufrio una hemorragia interna. Pero las declaraciones de Pedro Sánchez, de Victoria Rosell y de Irene Montero de que nos encontrábamos ante un crimen de violencia de género llevó a la Guardia Civil a marcar a varios varones como sospechosos, a detener a uno de ellos, a que la Guardia Civil modificara pruebas. Todo antes que reconocer la cruda relidad: Esther López murió a causa de la timo vacuna.
Esta Guardia Civil es la Demérita woke.