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Sor Patrocinio: El triunfo del milagro vivo en nuestro nefasto siglo XIX

Redacción




Enrique de Diego:

En ocasión anterior, he escrito, medio en broma, medio en serio, que a Sor Patrocinio -figura egregia de santidad fecunda, que llena nuestro convulso siglo XIX- le han salido dos fervorosos pretendientes: el lascivo y masónico Salutiano Olózaga, quien le hizo la vida imposible, y Javier Paredes, Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá de Henares, que ha asumido sobre sí la tarea esforzada de limpiar su bella y ejemplar figura de la sarta de mentiras, injurias y maledicencias con que rodearon en vida a Sor Patrocinio y le anunciaron del Cielo que la saña inmunda de los sembradores de odio la perseguiría más allá de su muerte.

Hay que decir que esto ha sido así hasta Javier Paredes que ha ido desmenuzando la vida humilde y preclara de esta Santa Teresa de Jesús del siglo XIX por su ingente labor fundacional y su abundante siembra y recogida de vocaciones. En este libro estudia Paredes la «Arbitrariedad judicial contra Sor Patrocinio«. Luego hablaremos de un proceso judicial lleno de arbitrariedad y de sufriminetos para ella. A medida que Javier Paredes profundiza en el personaje pareciera que su amor devoto por Sor Patrocinio le hace mejorar continuamente hasta convertirse en el mejor historiador del Siglo XIX y uno de los mejores historiadores de todas las épocas.

El libro se lee con auténtico gozo relajado, de la primera a la última página. A ese placer inconmensurable de la lectura ayuda sobremanera un estilo magnífico con un dominio excelente del castellano, un espléndido orden en la narración, con notas ilustrativas y llenas de datos interesantísimos y, para rozar la perfección, una edición muy cuidada, sin ninguna errata que haya podido yo encontrar. Por supuesto, un rigor exacto y minucioso, sin dejar cabos sueltos, lo cual implica horas y horas de trabajo documental en bibliotecas y archivos, que se atisba en esta joya literaria e historiográfica. Atento al detalle, a la prensa de la época, a los testimonios de todos los testigos, a los documentos judiciales. Hasta ser el libro una delicia deslumbrante tanto para el docto en el siglo XIX y en Sor Patrocinio, la «monja de las llagas», como para el que se asoma por primera vez.

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Dejo al lector desmenuzar un proceso judicial lleno de arbitrariedades y patadas masónicas al Derecho, las canalladas que urde el «progresista» chabacano Salustiano Olozaga con tal de torcer la vocación y matrimoniar con la joven y deslumbrante Sor Patrocinio y que descubran, con Javier Paredes, el dictamen, que unos años después, hace Pedro Sainz de Andino, figura señera del Derecho en el siglo XIX: «no ha habido delito civil, y por lo tanto no puede haber ni delincuente ni cómplice», y entremos en el auténtico meollo del asunto: ¿qué es lo que se juzgó? El milagro, la capacidad de Dios para hacer milagros tan patentes y notables como los que la Voluntad Divina ejecutó en el cuerpo de la que despectivamente los liberales masones tildaron como «la monja de las llagas».

Las señales de la Pasión de Cristo inscritas en Sor Patrocinio: los estigmas en sus manos, en sus pies, en su costado y en su cabeza, con la huella indeleble de la corona de espinas. Eso es lo que nuestro depravado y cientificista siglo XIX -cuyos pésimos y amargos frutos de apostasía y riesgo para la supervivencia de la especie estamos recogiendo hoy- no podía soportar. Como indica con pleno acierto Javier Paredes, «la crítica del milagro no fue una cuestión accidental o lateral en la estrategia de los ilustrados, sino el cimiento para edificar una sociedad materialista, en la que Dios no podía tener cabida».

«El milagro -ha escrito el gran historiador del Siglo de las Luces, Paul Hazard- era el enemigo con su modo brutal de violar las leyes de la Naturaleza y su insolente prestigio». Tres médicos venales y ahitos de corrupción moral la examinan y certifican que los estigmas han sido provocados por la santa monja y la someten a un suplicio añadido para cauterizar las heridas que dan, falsamente, por curadas. La gran Sor Patrocinio llevó toda su vida mitones para que nadie viera sus estigmas abiertos y sangrantes y que -para ella tuvo que ser un calvario penoso- fueron puestos en berlina ante toda la sociedad y el populacho liberaloide.

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Hay otra elección triunfal en la egregia vida de Sor Patrocinio. Cuando en su lascivo encono Salustiano Olózaga pone ante ella los más ricos regalos, las más vistosas prendas, las más lujosas joyas, y una vida de ensueño pagano junto a él, de viajes y bailes continuos, en la firme negativa de Sor Patrocinio -esos «pingajos», los tilda despreciativamente con desdén olímpico- hay una lección para todos nosotros. Ella hizo la elección correcta, sin dudar un instante, por su vocación, por Dios y triunfó de medio a medio, porque el triunfo de nuestra vida es salvarnos y gozar de la visión beatífica de Dios, nuestro Padre.

Esa es la lógica de Dios y a ella se abrazó sin dudar Sor Patrocinio, por eso todo nuestro siglo XIX gira en torno a ella y sin conocer su vida ese siglo nefasto no tiene sentido. Javier Paredes acierta al desentrañar su vida con todo detalle y yo le agradezco que nos la dé a conocer con tanto esmero y profesionalidad.

Javier Paredes, Arbitrariedad judicial contra Sor Patrocinio, Editorial San Román, Madrid, 2024, 275 páginas.